
Les conté que Dios es perfecto en todo, ¿cierto? Una de esas cosas en las que es perfecto es en su santidad, ¿y qué será eso de santidad? Vamos a ver si lo explico con otro cuento.

¡Ay no! ¡Qué desastre! Tenía una cita con el señor Fogabaste esta mañana a las 9:00 para venderle unos balones que él quería, y ustedes no se imaginan todas las tragedias que me pasaron.

Conocí una vez un niñito como ustedes que se llamaba Sergio. Sergio tenía el pelo negro, la piel morena, los ojos cafés, y una boca que no hacía sino hablar y hablar. Sus amigos le decían el "Bla, bla, bla". Ahora, los papás de Sergio eran algo extraños. A ellos no les importaba lo que él hacía. Lo dejaban que hiciera lo que se le diera la gana. ¡Y mejor dicho! Qué cosas tan locas las que hacía...

Muchachos, a mí me quedó sonando algo del capítulo pasado, ¿cómo es que Dios sabe las cosas que pasaron de hace mil años y también las que van a pasar en otros mil años? Acaso, ¿cuántos años tiene? ¿Es que nunca se va a morir?

Ahora, díganme, ¿qué creen ustedes, habrá en algún pueblito remoto o en la ciudad capital, o en el mundo entero una persona que pueda llegar a saberlo todo?
Por no tener cuerpo, imagínense que Dios puede ser omnipresente. Saben qué es eso, ¿verdad? ¿No?... bueno, entonces, vengan y les cuento. Es aquí así...
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