La Vida Cristiana
Los bienes materiales. Lección 20 de 24
¿Qué hago con los bienes materiales?
Como en todo, la situación económica de uno depende de Dios. “El rico y el pobre se encuentran; a ambos los hizo Jehová.” (Proverbios 22:2). No es malo ser rico (si así somos dentro de la ley de Dios); no es malo ser pobre (a no ser que sea por causa del pecado y la pereza). Lo importante es trabajar para agradar a Dios. Si de allí Dios nos bendice con bienes materiales, démosle gracias. Si no nos los da, sepamos contentarnos con lo que Él dispone. Tenga lo que tenga uno, lo importante es saber usarlo para la honra de Dios. ¿Qué hacemos con lo poco o lo mucho que tenemos? ¿Somos buenos administradores de lo que Dios nos encomienda? A continuación, damos algunos principios para guiarnos en el uso de los bienes materiales:
1. Vivamos modestamente. ¿Para qué los lujos más allá de lo necesario para vivir decentemente y cumplir con nuestros deberes? (1 Timoteo 6:6-10). Sin embargo, cada individuo tiene que estudiar su propio caso para saber cuáles cosas le son necesarias y cuáles no. Tengamos en cuenta que Cristo nos llama a negarnos a nosotros mismos (Marcos 8:34). Dejemos de juzgar a los demás en este aspecto y ejercitemos un control severo sobre nuestros deseos. “No codiciarás”, dice el décimo mandamiento. Cuidado de no derrochar lo que Dios le ha dado. Al fin y al cabo, somos mayordomos, nada más. El comercio y la propaganda ponen muchos atractivos para hacer que compremos más y más cosas, pero la felicidad no está en los bienes materiales (Lucas 12:16-21).
2. Vivamos disfrutando lo que Dios nos da (1 Timoteo 6:17-19). Dios quiere que tengamos felicidad en el mundo que Él hizo. Podemos gastar en comodidades y placeres, siempre y cuando lo hagamos dentro de los límites más estrictos. Cuánto gastamos, depende de cuánto Dios nos da y cuáles son las obligaciones que tenemos. Vivir endeudado, sin embargo, no sirve a no ser que tengamos con que respaldar las deudas. En lugar de comprar a crédito, ahorremos con anticipación para no pagar los intereses. No es malo tener una cuenta de ahorros para casos de enfermedad o emergencia. Pero, otra vez, hay que resistir la tentación de capitalizarse más allá de la medida. No olvidemos que nuestra confianza está en el Señor, no en la abundancia de los bienes que pudiéramos poseer (Hebreos 13:5-6). Tenemos más felicidad cuando compartimos nuestros bienes. “Más bienaventurado es dar que recibir.” (Hechos 20:35). Los tesoros en el cielo son de eterno provecho; también hacemos tesoros en el cielo cuando administramos bien las posesiones que tenemos aquí (Mateo 6:19-21).
3. Vivamos con compasión (1 Juan 3:17-18). Hay tantos necesitados por todos lados. Hagamos lo posible por ayudar, haciéndolo con inteligencia y prudencia. Ayudemos para que el evangelio sea predicado por todo el mundo.
4. Vivamos para la gloria de Dios. Sí, sirvamos a Dios mediante los bienes que tenemos. No pensemos en cuánto nos toca darle a Dios en la ofrenda, sino en cuánto nos es posible darle. Lo que entregamos a Dios nos será devuelto con intereses. Pero, mucho mejor, de esta manera también tenemos el privilegio de servir a nuestro Padre Celestial, quien nos lo da todo.
Preguntas de repaso:
1. ¿Para qué nos sirven los bienes materiales?
2. ¿Qué quiere decir vivir modestamente?
3. ¿En qué sentido debe uno disfrutar de lo que Dios nos da?
4. ¿Por cuáles razones no debemos permitirnos muchos lujos?
<-- Anterior --- Siguiente -->
- ◊ -