La Vida Cristiana
Su principio ̶ la parte de Dios. Lección 1 de 24
Es un don de Dios
El principio de la vida cristiana está en Dios, quien le da vida a Su pueblo, como un don (Romanos 6:23). Este pueblo se hallaba muerto en su pecado, y Dios resolvió vivificarlo por Su pura gracia (Santiago 1:18). Antes del don de la vida, Dios no tenía contacto con este pueblo (Efesios 2:12); este se hallaba totalmente cortado de la vida de Dios. Como castigo por el pecado, Dios se escondía de él (Isaías 59:2), pero después, por causa de la obra de Cristo en la cruz, Dios obró poderosamente en este pueblo, para levantarlo de su muerte espiritual (Efesios 2:4-5).
La regeneración
Esta obra de Dios la llamamos “el nuevo nacimiento” o “la regeneración”. Jesucristo le dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.” (Juan 3:3). El apóstol Juan escribió que los que creen en el nombre de Cristo son los que antes fueron engendrados por Dios (Juan 1:12-13). En otras palabras, Dios les dio vida cuando estaban muertos en sus pecados (Efesios 2:1). Más tarde, Juan escribió también: “Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios.” (1 Juan 5:1). El nuevo nacimiento es la obra de Dios a favor del pecador perdido, quien se encontraba bajo Su ira.
No es por esfuerzo humano
El nuevo nacimiento no se da por esfuerzo humano, es la obra de Dios (Filipenses 2:13), es decir, en esta obra, el hombre no tiene parte alguna (Juan 6:63). No puede colaborar, porque con relación a Dios, está muerto, y los muertos no hacen nada. No es que por haber creído en Cristo que el pecador recibe la vida como premio de parte de Dios. Para poder creer en Cristo, el pecador necesita tener primero la vida, pero no la tiene (Jeremías 17:14). Nacer de nuevo es una obra ciento por ciento de Dios; en esta Dios mira al pecador débil, enfermo, paralizado, enemigo, muerto, ignorante, rebelde, corrompido y depravado; lo mira así y por pura misericordia, resuelve resucitarlo (Juan 5:25). No es que Dios vea algo bueno en el pecador que lo mueva a salvarlo de tan triste condición (Tito 3:3-7). Dios no ve nada bueno en el pecador, porque en el pecador no hay nada bueno (Romanos 7:18; Romanos 3:10-18). Lo que mueve a Dios a salvar al pecador es Su deseo de hacerlo (Efesios 2:1-14; Romanos 9:9-24; 2 Tesalonicenses 2:13). ¿Por qué lo hace? Porque simplemente Él quiere mostrar misericordia, nada más. Es por gracia, no por obras, para que nadie se gloríe (Efesios 2:8-9).
¿Ve que la vida cristiana no empieza con una decisión que el hombre tome? ¿Ve que la vida no empieza porque el pecador quiera? (Romanos 9:16). Nadie nace por voluntad propia, sino por voluntad de otro. Ningún muerto resucita porque quiera, sino porque otro quiere. Ningún paralítico recupera el uso de sus miembros porque quiera, sino porque otro tiene el poder y la voluntad para sanarlo. Pablo escribió a los efesios que Dios en amor predestinó a algunos para ser adoptados hijos suyos, según el puro afecto de Su voluntad (Efesios 1:5).
La elección
Si Dios es el que da la vida, ¿por qué no se la da a todo el mundo? La respuesta bíblica a esta pregunta es sencillamente que Él no quiere. En Romanos 9:18 Pablo dice: “De quien quiere, tiene misericordia y al que quiere endurecer, endurece.” Jesucristo alabó a Su Padre porque éste había escondido las cosas del evangelio de los sabios y de los entendidos y las había revelado a los niños. ¿Por qué actuó el Padre así? Cristo nos responde así: “Sí, Padre, porque así te agradó” (Mateo 11:25-30). Esto de que Dios escoge a quién va a salvar se llama “la elección”. A los elegidos, Dios les da la vida espiritual en Cristo. A las demás personas, muertas en sus pecados, no se la da. Es un misterio para nosotros. Pero ¡cuidado! No podemos ponernos a discutir con Dios. Él es Dios... Tengámoslo en cuenta... Nosotros somos sus criaturas... nada más.
Lo maravilloso, lo asombroso, lo increíble es que Dios muestre misericordia para con algunos. En realidad, todos merecemos la muerte eterna por el pecado. El pecador elegido y regenerado siempre responde en fe, gratitud y obediencia. Jamás se gloría en sí mismo (1 Corintios 1:30-31). Jamás dice que la salvación se debe a sus propios méritos. Nunca habla de que es obra suya. No, toda la gloria y la honra y las alabanzas se las da a Dios (Romanos 11:36). Dios elige y da vida; así empieza la vida cristiana, con la elección y con la regeneración.
Es importante entender esto, sí no, jamás vamos a andar con la debida humildad, reverencia, confianza, y sumisión ante Dios. Si le parece que tiene la voluntad y el poder para empezar a vivir sin Dios...
- También le parecerá tener la voluntad y el poder para seguir sin Él. Le va a quedar difícil aprender a confiar completamente en Cristo, y si no lo hace, va a fracasar, porque no tendrá los recursos para triunfar.
- ¿No sería justo que se jacte de usted mismo? ¿Por qué sentir humildad ante Dios? Pero si pensara así, el culto que le rendiría a Dios no va a ser de Su agrado, ya que usted sentiría que también es digno y merecedor de honra.
- Jamás se sentiría obligado a someterse a Dios de un todo, ya que al fin y al cabo no todo depende completamente de Él.
¡Cuán importante es entender que la vida cristiana es un don de Dios! Note cuán importante es la enseñanza sana para una vida recta ante Dios y ante los demás. Muchos de los males que agobian a la iglesia cristiana en la actualidad se deben a que los cristianos no entendemos y no vivimos la enseñanza que hemos presentado en esta lección.
Preguntas de repaso:
1. ¿Por qué fue que Dios tuvo que dar la vida al pecador?
2. ¿Cómo llamamos la obra de Dios cuando Él da vida a una persona?
3. ¿Qué parte tiene el hombre en el nuevo nacimiento?
4. ¿Por qué Dios da vida espiritual al pecador?
5. ¿Por qué Dios no les da vida espiritual a todos los pecadores?
6. ¿Cuál va primero, la elección o la regeneración?
7. Cuando Dios da vida, ¿cómo responde el pecador?
8. ¿Cuáles virtudes espirituales sufren si uno no cree que Dios escoge y regenera sin la ayuda del pecador?
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