Moisés vio con frustración cómo el Faraón en lugar de liberar al pueblo les endureció la carga que ya tenían. En respuesta, Dios se le presenta a Moisés con un nombre que no había usado antes, Jehová. Podríamos preguntarnos equivocadamente si fue que Dios cambió.
Dios no ha cambiado, Él se presenta como el mismo Dios omnipotente que se le apareció a los patriarcas. Sin embargo, en el nombre Jehová se revela un poco más del ser de Dios, en especial en lo que tiene que ver con el pacto con su pueblo. Un pacto que Él no olvidará y que permanece.
Dios no cambia, sino que la revelación que tenemos de Él es progresiva. Este conocimiento es tan importante que es esencial para cumplir con el gran mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas. Por tanto, estudiemos sus atributos. Este conocimiento nos servirá por la eternidad.