Animémonos a confiar en el Señor; obedezcamos lo que Él nos manda. La Biblia nos llama a estos dos deberes, cumplamos las dos cosas a la vez. Es decir, confiemos y también hagamos. (Imagen: Dall E)
Animémonos a confiar en el Señor; obedezcamos lo que Él nos manda. A estos dos deberes la Biblia nos llama. Cumplamos ambos a la vez. Es decir, confiemos y también hagamos. Un texto bíblico que ofrece un ejemplo de esta doble verdad: Efesios 3:16: Pablo pide a Dios: Le ruego que Él les conceda a ustedes, conforme a las riquezas de Su gloria, el ser fortalecidos con poder por Su Espíritu en el hombre interior… Es Dios que nos fortalece. Lo hace a su manera y en su tiempo. Pero… Efesios 6:10: Pablo exhorta a los creyentes; Por lo demás, fortalézcanse en el Señor y en el poder de su fuerza. Es el deber del creyente fortalecerse. Obedece conscientemente pensando y sintiéndose fuerte de ánimo. No teme. No se deprime. Ejerce el dominio propio; controla sus emociones. Son ambas cosas a la vez: uno confía y a la vez obedece.
Si no obedecemos, no gozamos de la bendición de Dios, Pero, separado de Cristo, nada podemos hacer. Dios nos paga según nuestras obras, pero hacer nosotros buenas obras depende del poder de Él. Otro ejemplo de esta doble verdad bíblica: Filipenses 2:12,13. ¡Qué bueno! Así la vida tiene sentido; tenemos algo importante que hacer. Versículo 12: “… Ocúpense en su salvación…”
Es normal preguntar cómo pueden ser ciertas ambas cosas a la vez. Si todo depende de Dios, ¿qué importancia tiene si actuamos o no? ¿No es que no podemos? La respuesta es que no entendemos este asunto, pues no nos parece lógico. Pero allí están ambas enseñanzas en la Palabra de Dios, y somos llamados a creer todo lo que la Biblia dice, y a vivir de acuerdo. De esto vemos la necesidad de conocer y tomar en cuenta siempre todo lo que Dios dice.
Somos llamados a ser creyentes, de creer todo lo que la Biblia dice, pues la Biblia es Palabra suya. Sí, creyendo todo, por un lado vivimos con plena seguridad, pues Dios obra todo según su voluntad. Pero, por el otro lado, gozamos del privilegio y la satisfacción de vivir con propósito; nos sentimos realizados porque tenemos en qué actuar, y nos alegramos al ver los buenos resultados. Sin embargo, sabemos que todo depende de Dios, y que por Él no trabajamos en vano; no es posible que las cosas no salgan bien; Dios no fracasa nunca y en nada.
Claro, a veces el resultado por el momento no es como quisiéramos, pero a lo largo, sí, resulta así. Otro caso: Isaías 45. “Miren a mí y sean salvos” Pero, el mismo profeta repetidamente manda a los creyentes a no temer (41:13-14; 43:1, 5; 44:2; 51:12-13). Es nuestro deber no temer. Y, sí, podemos no temer – pero, en su poder. Se nota que para entender bien la Biblia, tenemos que tomar en cuenta todo lo que la Biblia dice en cuanto a un determinado asunto. ¿Nos hace falta sabiduría para sortear las cosas? Pues, que se la pidamos a Dios (Santiago 1). Y, a la vez, que seamos sabios (Proverbios 8:13). Sí, es el deber suyo y mío ser sabios. Hay que pensar las cosas, Hebreos 5:13-14, pero Dios es quien nos enseña a razonar bien. Sí, es nuestro debe (y privilegio) hacer lo que Dios manda; pero es nuestra consolación saber que Dios hace todo lo que quiere, todo lo que ha pensado, todo lo que ha hablado (Isaías 46:9-13).
Mirando lo anterior, entendemos la importancia de tomar en cuenta todo lo que la Biblia enseña sobre un determinado tema, TODO lo que dice al respecto, pensando bien cómo un texto de la Biblia da luz sobre otra. Como ayuda y guía en este sentido, para poder tener presente en lo posible todo lo de la Biblia, la Iglesia ofrece el programa AVANCE BÍBLICO. ¿Ya está inscrito en él? Si es el caso, ¡adelante en el mismo, materia tras materia, para repasar, recordar, y progresar! Si no está inscrito, ¡a inscribirse ya para estudiar, juntamente con otros, la Biblia, la doctrina, y la vida cristiana, y hacerlo de manera ordenada y progresiva.
- ♦ -