Habacuc (Uno que abraza o una planta de jardín)
Nombre del libro y autor
El libro lleva el nombre de la persona que Dios usó para escribirlo: Habacuc. De éste no se tienen datos, solo se sabe que profetizó en Judea, muy probablemente luego de la muerte del piadoso rey Josías, tiempo cuando el pueblo regresó a su antiguo camino de maldad.
Tema
En el reinado de Josías el pueblo judío aparentemente había vivido una reforma, pero su arrepentimiento fue fingido, después de la muerte del rey, tanto su hijo como el pueblo con la mayor naturalidad volvió al degenere. Habacuc se queja del silencio de Dios ante tal impiedad, pero Dios confunde al profeta diciéndole que enviará a los perversos caldeos para castigar al pueblo. Habacuc se confunde, porque no entiende como un Dios santo puede usar a un pueblo tan perverso como los caldeos para castigar a Judá; sin embargo, Dios le anuncia que los caldeos también serán juzgados por Dios. Finalmente Habacuc expresa en un salmo la ira de Dios, por lo cual pide misericordia, pero al mismo tiempo deja ver su absoluta confianza en Dios cuando llegue la inminente invasión.
Gozo en medio de la tragedia
“Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar” Hab. 3:17-19
Introducción
En Leticia, Amazonas, conocimos a la hermana Teodolinda, quien tenía aproximadamente 100 años; por su edad y condición, no pudo asistir más a la iglesia. Ella casi no podía ver y tenía una hija completamente ciega, quién a su vez tenía dos hijas con retraso mental, una de las cuales con un retardo bastante avanzado. En una ocasión las visitamos, mientras ellas cenaban, salió un raón de su escondite y se metió debajo de la mesa, para comer las migas que caías, nadie lo espantaba, muy seguramente nadie advertía su presencia. Mi agonía era, “¿Y qué le digo a estas pobres personas para consolarlas por su tragedia?” Recuerdo que le dije a la hermanita: “hermana en este mundo las personas sufren…” realmente fueron palabras sin gracia, porque la verdad no sabía que decir. Pero la respuesta de la hermana y de la hija fue: “Si… las personas sufren.” Ellas, a pesar de la condición, no sentían que estaban sufriendo, seguramente pensaban que el sufrimiento era de otros. Siempre que llegaba a verlas y preguntaba a la hermanita, “¿cómo está?” Ella respondía: “Esperando al Señor.” Nunca en esa humilde y necesitada familia escuchamos algún reclamo. Literalmente el que llegaba con el propósito de consolar salía consolado. ¿De dónde venía tal contentamiento? ¿Encontraban ellas placer en el sufrimiento?
1. ¿Qué no es el gozo cristiano en medio de la tragedia?
a. No es buscar sufrir para experimentar placer. Este tipo de práctica aberrante, se llama masoquismo, algo totalmente abominable delante de Dios.
b. No es buscar tener fuerza para controlar los sentidos y no experimentar dolor. Esto es estoicismo, es una práctica que conduce al hombre a gloriarse por creer que es superior a los demás, debido a su supuesta capacidad de manejar el dolor. Por su orgullo termina él siendo su propio dios.
c. No es buscar sufrir para buscar de Dios su piedad. La práctica pagana de flagelarse y hacer penitencias (donde el cuerpo es maltratado y llevado al límite), fue adoptado por muchos hombres, quienes considerándose cristianos creían que de esta manera podían obtener de Dios o la salvación o el milagro por alguna necesidad personal o de otro. Quizá muchos de los que se flagelan y hacen penitencias que implique dolor en el cuerpo para agradar a sus dioses en realidad estén es escondiendo su masoquismo. (1 R. 18:25-29)
En las Escrituras no vemos a los siervos de Dios buscando sufrir, vemos a los siervos de Dios sufriendo como consecuencia de vivir piadosamente (2 Ti. 3:12) Antes que querer sufrir, los vemos es clamando a Dios para ser liberados del sufrimiento. Analicemos algunos casos:
- Moisés. Viviendo los reclamos de su pueblo, le decía a Dios: “¿Por qué has hecho mal a tu siervo? ¿Por qué no he hallado gracia a tus ojos, que has puesto la carga de este pueblo sobre mí?” (Nm. 11:11)
- David. En su lecho de enfermo, dijo: “ten misericordia de mí, oh Jehová porque estoy muy enfermo; sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen. Mi alma también está muy turbada; y tú, Jehová, ¿hasta cuándo?” (Sal. 6:2-3)
- Jeremías. Frente al padecimiento que le causaba el pueblo por hablarles de Dios, dijo: “No me acordaré más de Él, ni hablaré más en su nombre…” (Jer. 20:9)
- Habacuc. Cuando Dios le anunció el juicio, dijo: “Oh Jehová, he oído tu Palabra y temí.” (Hab. 3:2)
- Pablo. Sufriendo por el aguijón en su carne, dijo: “Tres veces he rogado al Señor que lo quite de mi” (2 Co. 12:8)
Es preciso anotar que ninguno de ellos se sentía cómodo con el sufrimiento. Lo que sí se puede decir es que los verdaderos cristianos son conscientes de que viven una batalla y que por buscar agradar a Cristo atraerán del mundo su persecución, incluso la muerte. (Est. 4:15-16)
2. ¿Qué es el gozo cristiano en medio de la tragedia? Cuando el Espíritu Santo aplica las salvación, alcanzada por Cristo a alguien, es decir lo crea de nuevo o lo hace nacer de nuevo, coloca su fruto, el cual está compuesto por todo lo que el cristiano necesita para vivir en su camino de peregrinaje (Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza), para que tanto en la prueba como en tiempo de reposo pueda llegar a actuar semejante al Señor. En otras palabras, el gozo Cristiano no es el cristiano dándose su propio gozo (el cual no posee en sí mismo), sino que es Dios desarrollando en su hijo el fruto del Espíritu Santo, para que este pueda vivir piamente, independiente de la situación (hambre, enfermedad, persecución, entre otros):
a. Moisés. Cuando clamaba, sin duda era fortalecido por Dios con la paciencia para poder soportar durante 40 años a un pueblo rebelde, ingrato e incrédulo. Si esto no fuera así, Moisés hubiese cometido multitud de errores o hubiese terminado loco.
b. David. Cuando fue traicionado por su “amigo íntimo, su guía, su familiar”, como consecuencia de haber sido consolado por Dios, nos anima diciendo: “Echa sobre Jehová tu carga, y Él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo” (Sal. 55:22)
c. Jeremías. Cuando quería renunciar, experimentaba en su corazón como un fuego que no lo dejaba, pero luego se fortalecía pensando: “Jehová está conmigo como poderoso gigante… cantad a Jehová, load a Jehová; porque ha librado al pobre de mano de los malignos” (Jer. 20:9-13)
d. Habacuc. Luego de escuchar que Dios cumpliría los horrendos juicios anunciados en Lv. 26 y Dt. 28, es consolado por Dios al inspirársele que cuando esto llegue él experimentaría gozo y alegría en medio de la miseria, porque Dios, sería su fortaleza. (Hab. 3:18-19)
e. Pablo. Fue conducido por Dios a gozarse en su debilidad. Expresa también que él en toda condición experimentaba contentamiento, pero dice que todo esto era realidad, no en sus fuerzas, sino en Cristo que lo fortalecía. También, y lógicamente por experiencia, nos ordena a no afanarnos por nada, sino que sean conocidas nuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias, Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento guardará nuestros corazones y nuestros pensamientos en Cristo Jesús. Este era el precioso contentamiento dado por Dios que la hermanita Teodolinda experimentaba todos los días en su vida de miseria terrenal. (2 Co. 12:9-10; Fil. 4:6-13)
Conclusión
Por la elección del Padre, la obra de Cristo y el nuevo nacimiento producido por el Espíritu Santo, los cristianos podemos tener la certeza de que en el momento de la prueba podremos gozarnos y alegrarnos como Habacuc, porque el Señor que es nuestra fortaleza hará relucir en nosotros su fruto. No en vano nos dice: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” He. 4:16