Nombre del libro y autor
El nombre en Español viene de la traducción de la Septuaginta (LXX) a la Biblia en latín llamada Vulgata latina. El nombre en hebreo es “Ekah” que se traduce “Como”, indicando “desmayo”. Es así que los rabinos desde épocas antiguas lo comenzaron a llamar “Clamores fuertes” o “lamentaciones”. Aunque no se menciona el nombre del autor, la historia indica que fue el profeta Jeremías, testigo ocular de todo cuanto aconteció en la destrucción Jerusalén.
Tema
El libro muestra el resultado de la aterradora situación que es caer en las manos del Dios vivo, pero al mismo tiempo su gracia al no exterminar totalmente a un pueblo que desde el comienzo fue duro de cerviz. El profeta, con intenso dolor, describe las escenas de terror de una ciudad que, después de no menos de un año y medio de ser sitiada, es tomada y sin misericordia destruida por los caldeos al mando de Nabucodonosor.
El Incrédulo
“El que en Él cree, no es condenado; pero el que no cree ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito Hijo de Dios. Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” Juan 3:18-19
Introducción
Algunos habrán escuchado la historia de una ancianita y del hombre que practicaba cuerda floja a grandes alturas. El hombre tomó la decisión de realizar la hazaña colocando su cuerda a gran altura; antes de pasar, unos decían: “no puede”, otros decían: “se puede matar, no va a poder pasar”, pero para sorpresa de todos la ancianita dijo: “Él puede, él va a pasar”. Todos miraron la convicción de la anciana y luego vieron al hombre pasar sin dificultad al otro lado. Luego el hombre dijo: “ahora pasaré con una carreta” Las personas gritaban: “está loco, no puede” pero la viejita con mucha convicción dijo: “Él puede, él va a pasar” Todos miraron a la viejita, y luego vieron al hombre pasar por la cuerda empujando una carreta. Todos estaban admirados de la capacidad y valentía del hombre, pero al mismo tiempo de la impresionante fe que tenía la ancianita en las capacidades de éste. Finalmente, dijo el hombre: “Ahora pasaré con la carreta y con una persona en la carreta” Todos voltearon a mirar a la anciana y le preguntaron: “¿Usted cree que él puede hacer eso?” Ella con firmeza dijo: “Él puede, él va a pasar” Entonces los hombres le dijeron: “Bueno señora, entonces ya que usted tiene tanta fe en las capacidades de ese hombre, entonces suba usted en la carreta para que ese hombre la pase” Cuando ellos dijeron eso, la anciana dijo: “Ah, no, eso si no” La anterior historia, sea real o ficticia, disminuida o aumentada, retrata la incredulidad.
Ahora, pensemos en la definición sobre el incrédulo:
A. ¿Cómo define el diccionario al incrédulo? Persona que tiene repugnancia o dificultad en creer una cosa. Falta de fe y de creencia religiosa.
B. ¿Cómo define la Biblia al incrédulo?
1. No dice que el incrédulo no cree. Todos los seres humanos fuimos creados para creer. Creemos en alguien o en algo. La mayoría cree en la existencia de un Ser Superior, o en los santos, o en los ángeles, o en la brujería, o en la evolución (otra forma de religión), etc. Los grandes enemigos del pueblo de Dios fueron personas tan fervorosamente religiosas que estaban dispuestos a matar por lo que creían (Hch. 8:1-3; 1 Ti. 1:13). Ni siquiera el mismo “ateo”, aunque haya cauterizado su conciencia se escapa de creer, de otra forma no tendría tanta “convicción” de lo que CREE.
2. No dice que el incrédulo no cree en la existencia del verdadero Dios. Si bien una persona que no cree en el verdadero Dios es incrédula, muchos que tienen la certeza de que Dios existe, que es real, que incluso saben y conocen de sus atributos son incrédulos. Satanás y sus demonios están absolutamente convencidos de la existencia de Dios, saben y han experimentado el poder de Dios, es más, delante de Él tiemblan, pero ¿es por ello que son considerados como creyentes? (Stg. 2:19)
3. No dice que un incrédulo necesariamente rechaza la Palabra de Dios. Sí, todo aquel que piensa que pude creer de forma cierta en Dios sin necesidad de Las Escrituras es un incrédulo, pero hay muchos que aceptan la Biblia como la Palabra inspirada por Dios, aun así son incrédulos. Algunos solo aceptan determinados pasajes o libros y echan afuera el resto. Otros aceptan la Biblia más la tradición o las supuestas revelaciones de Dios, otros aceptan la totalidad de Biblia pero le tuercen el sentido de lo que realmente Dios nos quiere decir (2 P. 3:16)
4. Define al incrédulo como aquel que rechaza la Palabra de Dios sea en su totalidad o a determinadas partes.
a. Rechaza el que Dios diga que la salvación es por gracia y que no es por méritos humanos o de algún ser creado. La mayoría no creen que la salvación es y tiene que ser por gracia, y que es solo por Jesucristo. No aceptan por nada que lo único que Dios acepta por el pecado es la muerte y que por tanto necesitamos de un sustituto perfecto que lo haga todo por nosotros. Ellos no creen que Jesús lo hizo todo para salvar a su pueblo. No creen que su obediencia perfecta a la ley y su resurrección nos justifica delante de Dios, tampoco creen que Él cargó absolutamente con todos los pecados y que esto nos deja libres de pecado delante de Dios. No creen que Él bebió todo el cáliz de la ira de Dios y que por ello los que creen en Él ya no tienen que ir al infierno. Ellos no pueden aceptar, les parece absurdo una salvación solo por creer, para ellos tiene que obligatoriamente la persona hacer algo que la haga merecedora de la salvación. (Ro. 10:1-4; 1 Co. 1:18)
b. Rechaza lo que Dios dice que no se tiene que hacer. 8 de los 10 mandamientos son leyes que nos dicen no hacer o practicar determinadas cosas no tener otros dioses, no hacer imágenes ni rendirles culto, no hacer mal uso del nombre del Señor, no matar, no adulterar, no robar, no mentir, no codiciar. El incrédulo no está en el plan de abstenerse de ellos. Los israelitas, tan pronto recibieron los mandamientos afirmaron que los obedecerían, pero enseguida estaban adorando un becerro de oro, en el desierto cargaban con sus dioses traídos de Egipto y paulatinamente aumentaban la violación de estos mandamientos hasta llegar a superar en maldad a Sodoma y Gomorra. El problema de no ser pasivo en lo que Dios dice que tiene que serlo es que la persona se activa para hacer un sinnúmero de percersiones, llegando a un degenero insospechado. (Ex. 20:3-17; 32; Lm. 4:6)
c. Rechaza o deja de hacer cosas que Dios dice que se tiene que hacer. Guardar el día del Señor, honrar a los padres, ser misericordioso, sembrar la semilla y cuidar lo sembrado, ir al frente cuando Dios dice que marche, estas son cosas que el incrédulo no hace. Israel en el desierto no le creyó a Dios sobre su protección al entrar en la tierra prometida, por ello no quiso ir, pero dicha incredulidad les costó la vida a todos los mayores de 20 años (excepto Caleb y Josué). El problema de no ser diligente en lo que Dios nos llama que la persona se torna absolutamente pasiva para rechazar las demandas del mundo. Se vuelve como una guarida donde entra toda clase de fieras, sin el más mínimo obstáculo. (Stg. 2:14-26; Mt. 25:41-46; Pr. 24:11-12; Nm. 13 y 14)
d. En sentido general el incrédulo rechaza la absoluta autoridad de Las Escrituras. No es para él su única norma de fe. No siente temor de quitarle o añadirle. (Dt. 4:2; Pr. 30:5-6; Mt. 15:1-9; Ap. 22:18-19)
C. ¿En cuál peligro se encuentra el incrédulo? Es bueno recordar que lo que se narra en el libro de Lamentaciones fue producto de la incredulidad del pueblo judío a la Palabra del Señor. Al leer Levítico 26 y Deuteronomio 28 vemos como Dios cumplió al pie de la letra sus juicios para un pueblo incrédulo. En el texto inicial (Jn. 3:18-19) dice Dios que la persona que no cree en Jesús ya está condenada. Pablo dice que el dios de este siglo ciega el entendimiento de los incrédulos para que no les resplandezca la luz del evangelio (2 Co. 4:3-4), continua diciendo que si la persona persiste en su incredulidad, lo cual implica complacerse en la injustica, Dios le manda un poder engañoso a fin de que definitivamente nunca crea y se condene (2 Ts. 2:10-12) Finalmente Dios dice que todos los incrédulos serán lanzados al lago de fuego que es la segunda muerte. (Ap. 21:8)
Conclusión
Debido a que tenemos un corazón perverso y engañoso, es imperiosa la necesidad de examinarnos detenidamente para estar seguros de que somos creyentes y no incrédulos, para estar seguros de que no somos como la viejita que en apariencia creía, pero cuando se puso en prueba su fe, no creyó. Esta fue la exhortación de Pablo a la iglesia de Corinto. “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo esta en vosotros, a menos que estéis reprobados?” 2 Co. 13:5