Salmos
(Jalar o tañer cuerdas)
Nombre del libro y autor
El texto hebreo le dio el nombre de "Alabanzas". Más adelante, los Rabinos le adicionaron la palabra "libro" quedando "El libro de alabanzas". El nombre "Salmos" viene de la traducción al griego del Antiguo Testamento, llamada Septuaginta (LXX). Su nombre involucra un acompañamiento con instrumentos musicales. Las personas que Dios inspiró para escribir el himnario con que su pueblo le debería alabar, fueron no menos de 7, en un tiempo aproximado de 900 años. Moisés fue el más antiguo (Sal. 90). A los hijos de Coré (aquel que se rebeló contra Dios y que la tierra se lo comió), se les atribuyen 10 Salmos (42, 44-49,84,85,87). El rey David escribió no menos de 75 Salmos. Asaf, músico de la época de David 12 Salmos. Hemán y Etán, uno cada uno. Salomón 2. Hay 48 Salmos que no tienen nombre del autor, aunque algunos consideran que pudo haber sido el Sacerdote Esdras.
Tema
El libro de los Salmos contiene una multitud de temas, pero debido a que es el libro de alabanzas a Dios, destaca primordialmente los diferentes atributos de Dios (eternidad, poder, sabiduría, omnipresencia, soberanía, amor, justicia, santidad, fidelidad, inmutabilidad, etc). Al mismo tiempo muestra la impiedad del hombre sin Dios y la dependencia del pueblo de Dios, de su Hacedor, para salir de los problemas y para alcanzar sus victorias. Para escribir la mayoría de los salmos, Dios usa experiencias reales diarias de sus siervos (sufrimientos por persecución, abandono o enfermedad, victorias y hasta pecados). En los salmos, por ejemplo, encontramos detalles de la vida de David que no se encuentran en los libros históricos, las luchas espirituales que padeció con la persecución de Saúl y de su hijo Absalón. Por la cantidad de promesas que posee, y por la cantidad de experiencias reales similares a las que a diario vivimos, es que es el libro más leído de la Biblia, especialmente por aquellos que no conocen al Señor, pues creen que las promesas son para ellos, cuando en realidad son contra ellos.
Asaf (Recolector) y la prosperidad de los impíos. (Salmos 73)
"No tenga tu corazón envidia de los pecadores, antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo, porque ciertamente hay fin, y tu esperanza no será cortada" Pr. 23:17
Introducción
Es razonable pensar que lo que el hombre siembra eso cosecha, es decir, que el que obra bien prosperará y que el que obra mal fracasará, pero, ¿y qué si la lógica no se da? ¿Si el malvado con toda su impiedad progresa, en tanto que el bueno viviendo justamente padece?
I. Personajes de la historia
A. Impíos. Para este caso, no se trata de personajes extranjeros sino de personas pertenecientes a Israel, la única nación Teocrática.
1. Acciones
a. Al parecer algún día estuvieron cerca de las cosas de Dios. Seguramente fueron como la tierra de pedregales o la tierra de espinos de la parábola del sembrador, pero lógicamente nunca hubo una humillación que demostrara la presencia de la gracia salvadora de Dios en sus vidas. (V. 27ª.)
b. Eran soberbios. Según el salmo, esa era la corona de ellos. Debido al alejamiento de Dios, la soberbia había crecido en ellos al máximo, tomando control de sus vidas, haciendo que se consideraran su propio dios. Los otros pecados cometidos se derivan de esa condición. (V.6ª.)
c. Actuaban con violencia. Una persona soberbia es en sentido general agresiva. Quiere alcanzar sus objetivos sin importar a quien hiera. No quiere salir con las manos vacías en ningún asunto. Son como los hijos de Elí, que si no se les daba las ofrendas por las buenas, las tomaban con violencia. (V. 6b.) (1 S. 2:12-16)
d. Se Mofaban. Se burlaban, hacían escarnio de su prójimo. Al soberbio le gusta ridiculizar a los demás porque esto lo hace sentir superior (V. 8ª.)
e. Hablaban con altanería. La característica de una persona altanera es que trata de asuntos superiores a su comprensión o inteligencia. Así que con su lenguaje querían mostrar a los demás que eran sabios, cuando en realidad ni entendían lo que decían, tal como los falsos maestros mencionados por Pedro. (V. 8b.) (2 P. 2:12)
f. Hablaban mal de todos. Aquí no solo utilizaban su lengua para hablar mal del prójimo, también lo hacían para hacerlo de Dios. Si el soberbio no teme hablar en contra de Dios, mucho menos lo tendrá cuando habla en contra de su prójimo. (V.9)
h. Negaban la omnisciencia de Dios. Decían que Dios no conocía todo, que su inteligencia es limitada, o mejor, que Él no tiene conocimiento. (V. 11)
2. Resultados temporales de su comportamiento
a. Prosperidad, riquezas. (V.3b, 12)
b. Buena salud. (v.7ª)
c. Ausencia de congojas y aflicciones. (V. 4-5)
d. Éxito en todo lo que emprendían. (V. 7b.)
3. Resultados definitivos de su pecaminosidad
a. Su prosperidad era en realidad un lugar resbaladizo donde ellos estaban parados. ¿Alguna vez hemos procurado caminar sobre un piso inclinado que está impregnado con agua y jabón? Solo era suficiente que Dios los soltara para jamás volver a parar. (V. 18)
b. Su prosperidad era solo un sueño. Aunque físicamente la podían palpar, en la práctica no era más que una ilusión. Cuando era niño, me soñaba andando por el camino que conducía del pueblo a la finca de mi madre, en el sueño que parecía tan real, encontraba monedas en cantidades impresionantes las cuales recogía y recogía. Era rico muy rico. Podía comprar todo lo que como niño deseaba, dulces, gaseosa, pan, juguetes, pero de repente me despertaba y buscaba las monedas y no encontraba ni una. No solo seguía siendo pobre, sino ahora completamente frustrado. Cosa peor fue para los impíos cuando Dios los despertó de sueño de prosperidad. Fueron como el rico de Lucas 16, que teniéndolo todo en esta tierra cuando pasó el umbral de la muerte se dio cuenta que no tenía nada. (V. 20)
c. Terrores eternos. Su asolamiento fue total y definitivo, los terrores del infierno desde ese entonces son su pan diario y así será por la eternidad. (V. 19,27)
B. Asaf. Fue un director del coro de la congregación de Israel en la época de David.
1. Acciones. La vida de Asaf era una vida de servicio a Dios. La Biblia lo registra no solo como un director del coro de la congregación de Israel, también como un profeta. Por lo que él mismo habla de sí, procuraba llevar una vida límpia, apartada del mal. Era un real siervo de Dios. (V.13) (1 Cr. 6; 2 Cr. 29:30)
2. Resultados en esta tierra. Azotes y castigos. No se registra cómo ni quienes le hicieron sufrir, pero su vida no fue el resultado de lo que se espera al actuar correctamente. (V. 14)
3. Tentación. Al ver el progreso de los impíos y su sufrimiento personal, aunque se esforzaba en vivir piamente, se llenó de autocompasión. Miraba que era injusto lo que en el plano terrenal estaba ocurriendo. Esto hizo que su viejo hombre se levantara haciéndole sentir envidia por los malos, a tal punto que deseó hasta imitarlos (V.2,3,15ª.)
4. Consecuencias de su pecado
a. Torpeza. De forma temporal actuó como un animal; es decir, con aquella sabiduría que menciona Santiago, sabiduría de este mundo, animal o diabólica. (V.22) (Stg. 3:14-16)
b. Amargura. La envidia es uno de los pecados que más produce dolor al espíritu de la persona, ella carcome lo más profundo del alma. La persona envidiosa o celosa es la persona más infeliz del mundo (V.21) (Pr. 14:30)
5. Acción de Dios. Siendo Asaf uno de los hijos de Dios, conforme a sus promesas, no lo dejó ser tentado más allá de lo que su siervo pudiera soportar, le tomó de su mano para que no siguiera en su camino de locura, y le abrió el entendimiento, para que viera la realidad y no solo las evidencias externas. (V. 23, 15, 2)
a. Le mostró el final desastroso de los que él veía como prósperos. Cuando Asaf entró en el santuario, y esto es una forma de expresar no solo la entrada a un lugar físico, también a la presencia directa de Dios, el Señor le mostró el fruto eterno de los que mueren separados de Él. (v. 17-20)
b. Le enseñó que aunque como siervo sufra en esta tierra luego será recibido en gloria. (26, 24)
6. Reacción de Asaf ante la intervención de Dios
a. No desear nada en esta tierra aparte de Dios, y hacer de la búsqueda de Él su bien y su esperanza (V. 25, 26,28ª.)
b. Proclamar las obras del Señor. Cuando somos agradecidos, nos encanta hablar de las personas que nos benefician, ¿cuánto más nos debemos alegrar y no callar mostrando a otros las maravillas que Dios ha hecho en nuestra vida? (V. 1,28b.)
II. Aplicaciones
A. Las acciones de los impíos no necesariamente traen en esta tierra pérdidas materiales, como tampoco necesariamente las acciones de los justos trae comodidad. (Pr. 17:8; 2 Ti. 3:12)
B. Las personas deberían sentir pavor al ver que actuando en contra de Dios progresan en esta tierra, ya que eso no es una señal de bienestar y sí del inminente juicio de Dios. El progreso de los impíos es el único cuartico de hora que tienen. (Heb. 12:8; Sal. 92:7)
C. La búsqueda de santidad no debe ser para ser bendecidos por Dios materialmente. La santidad es una consecuencia de haber sido bendecidos espiritualmente y el único objetivo debe ser mostrar las virtudes de aquel que nos llamó. (Jn. 6:26-27; 1 P. 2:9)
D. Nunca olvidar que este no es nuestro reino y que los sufrimientos en esta tierra no son nada comparados con el eterno peso de gloria que nos espera (2 Co. 4:16-18)
E. Dios por los méritos de su Hijo hace que su pueblo no sea vencido por el mal (Ro. 8:37)
Conclusión
"Considera al íntegro, y mira al justo; porque hay un final dichoso para el hombre de paz. Mas los trasgresores serán todos a una destruidos; la posteridad de los impíos será extinguida" Sal. 37:37-38