El día de la expiación (Levítico 16)
"Porque este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová." Lv. 16:30
1. Día glorioso. Los israelitas durante todo el año tenían que ofrecer sacrificios por sus pecados, pero el día 10 del mes séptimo del calendario judío (septiembre/octubre) toda la nación vivía una limpieza total de sus pecados delante de Dios. Cada detalle de esta celebración oficiada por el sumo sacerdote era para eliminar todo aquello que se interponía entre el pueblo y Dios. El problema es que este sacrificio no era solo una vez y para siempre, se tenía que celebrar cada año. Lv. 16: 29-34
2. Era un día de absoluta humillación. La nación entera tenía que asumir ese día de reposo, y debido que era una celebración donde el pecado era entregado y los substitutos eran muertos por ellos, sus almas tenían que estar en aflicción. Este era un día de ayuno, el único ordenado por Dios en la ley. Lv. 16:29
3. Secuencia de la celebración. Entra el sumo sacerdote en el santuario con un becerro para expiación y un carnero para holocausto (Lv. 16:3) -- Luego de bañarse se coloca el ropaje más humilde que el que utilizaba diariamente, esto para presentarse como un siervo humilde al servicio del Señor (Lv. 16:40) -- En segundo lugar, sacrifica el becerro como ofrenda de expiación por su pecado y el de su familia (Lv. 16: 3,6,11) -- En tercer lugar, entra al lugar santísimo, con un incensario lleno de brazas del fuego del altar, incienso y la sangre de becerro. Cuando está allí lo primero que hace es colocar el incienso sobre el incensario para que el humo lo oculte de la presencia de Dios, para que no muera (Ex. 33:20) y luego sí rocía la sangre del becerro sacrificado por él y por su familia, siete veces sobre el propiciatorio (Lv. 16:12-14) -- En cuarto lugar, sale y echa suertes sobre los dos machos cabríos para expiación ofrecidos por el pueblo, sacrifica el que sale para Dios, lleva la sangre detrás del velo esparce sobre el propiciatorio y sobre el lugar santo, sale y purifica el altar de holocausto con la sangre del becerro y del macho cabrío. (Lv. 16:5,7,8,9, 15-19) -- En quinto lugar toma el macho cabrío de escape (Azazel), pone su mano sobre la cabeza, confesando toda la maldad de Israel, sobre este macho cabrío, que luego es llevado por un hombre al desierto para que al abandonarlo se alejen juntamente con él las rebeliones de Israel. (Lv. 16:20-22) -- Luego el que conduce el macho cabrío al desierto se purifica antes de entrar al campamento (Lv. 16:26) – Enseguida el sumo sacerdote se quita las ropas del día de expiación, se lava y se reviste con las vestiduras del sumo sacerdote (Ex. 28), sacrifica los dos carneros para holocausto por sí mismo y por el pueblo, y quema la grosura del sacrificio por el pecado. (Lv. 16:3,5,23-25) -- Finalmente el macho cabrío y el becerro sacrificados por el pecado son sacados del campamento y quemados, y el que los quema lava su cuerpo con agua y entra nuevamente al campamento.
4. Todo esto es una figura de la expiación definitiva una vez y para siempre alcanzada por Cristo en favor de su pueblo (He. 8 y 9). El tabernáculo como figura del celestial. Jesús como el substituto que carga los pecados, que es sacrificado, que es sacado fuera del campamento por su pueblo, tipificado en cada uno de los animales puros (He. 13:10-13). Jesús el sumo Sacerdote que entró una vez y para siempre al tabernáculo celestial no con la sangre de animales, sino con su propia sangre para obtener eterna redención para su pueblo, tipificado por los sumos sacerdotes descendientes de Aarón. (He. 4:14-5; 10)