El mundo es contrario a Dios en todo sentido. Esto hace que las cosas que nos rodean constantemente traten de alejarnos del Señor y de la sana devoción a Él. No es fácil esta lucha constante, pero lo cierto es que no estamos solos en ella. (Foto: loswl/Flickr)
El Señor ha prometido estar con nosotros durante todo nuestro trasegar en este mundo, hasta el fin de nuestros días (Mateo 28:20). Además, como si eso no fuera consuelo suficiente, Él dijo que no debemos temer porque Él venció al mundo (Juan 16:33).
La victoria inapelable de Jesús en la cruz sobre Satanás y el pecado es un inmenso aliento para nuestras almas en medio de las dificultades, las tentaciones, el desánimo y las pruebas que este mundo puede traer a nuestras vidas. Algunas veces es desalentador ver cómo el mundo se va tras el maligno (1 Juan 5: 19) y sucumbe ante la maldad, pero no debemos perder el ánimo, ya que la victoria final está garantizada: El Padre pondrá a los enemigos de Cristo por estrado de Sus pies (Hebreos 10:12-13).
Cuando Dios haga nuevas todas las cosas (Apocalipsis 21:5), el pecado que hace que el mundo esté lleno de maldad finalmente dejará de existir, y los creyentes podremos gozarnos junto a nuestro poderoso Salvador. La gloria de Cristo llenará la nueva creación y Él enjugará toda lágrima de los ojos de los redimidos (Apocalipsis 21:4), y entonces estaremos para siempre con Él.
Pensar en la victoria de Cristo sobre el mundo debe llenarnos de alegría y consuelo en medio de este mundo que aborrece a Dios y a Su ley. Entender el profundo significado de las palabras de Cristo “Yo he vencido al mundo”, es vital para tomar nuevas fuerzas cuando veamos que este mundo se aleja más y más de Dios. Nunca lo olvidemos: Cristo es el vencedor; Él está sobre todo y sobre todos.