Ya se ha hablado del problema humano, y no sólo el de no poder hacer lo bueno, que ya es grave, sino también, y aun más importante, el hecho de ser culpables ante el Dios Santo. Esta culpa trae condenación. Incluye el castigo directo del Creador sobre quienes no andan en su voluntad, y además implica la muerte espiritual y moral, de tal forma que hacemos lo que en sí mismo ya es castigo.
Ante tal situación, tendemos a buscar culpables, fuera de nosotros, pero el pasaje central de este sermón, en Marcos 7, nos muestra que el problema está dentro de nosotros, es nuestro corazón. Afortunadamente, el evangelio muestra que Cristo murió para salvar a su pueblo de tanta culpa. Razón suficiente para estar gozosos, y alabando al Señor, ¿es este el sentimiento suyo? ¿Ha creído?
A lo largo de este sermón, además de las razones ya enunciadas, se verán muchas otras razones por las cuales reflexionar y clamar al Señor rogando por su gracia.