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Sermones

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Photo by Jarrod Skeggs / Copyright free

 

 


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Aunque pareciera difícil de creer, fue Dios quien entregó a Israel en manos del rey Nabucodonosor. Dios no necesita consultarle a alguien por las decisiones que toma, todo lo hace de manera independiente, y lo hace bien. Él sabe qué está haciendo, y eso aplica hoy también.

Nabucodonosor sentía orgullo por el reino que tenía: era el más grande de la época, y no dio la gloria a Dios por ello. Ahora se encontraba planeando lo que iba a hacer, miraba a su futuro, y en un acto de arrogancia no tenía en cuenta a Dios. De igual manera ocurre hoy con el no creyente.

Nabucodonosor, y cada uno de nosotros, estamos en manos de Dios, en realidad no tenemos dominio sobre nada. En cambio, y a nuestro favor, Dios ha realizado un plan, el plan de salvación, el cual ha estado ejecutando por siempre, de manera perfecta. Dios nos escogió, gracias solo a Él.

Uno de los propósitos de Jesús al hacerse hombre fue el de servir, incluso hasta ofrecer su vida por pecadores. El servicio no está limitado a Cristo, sino que una vez somos redimidos, estamos llamados al servicio, para proclamar el evangelio a los perdidos, y eso no es opcional.

Cuando nos excusamos conque no podemos servir o que no tenemos tiempo para ello, debemos tener cuidado, porque eso puede ser un síntoma de orgullo y egoísmo. Es importante tener en cuenta que Jesucristo nos explica que para ser grandes debemos hacernos siervos, como Él lo fue.

La única forma de ser buenos servidores es estar en Cristo. Él es la fuente de toda virtud y gracia. Todo esto es explicado en el pasaje, durante la última cena del Señor. Cuando más debía ser servido, le explicó a sus apóstoles por medio del ejemplo. Ahora nosotros debemos servir a otros.

El Hijo y el Padre están en estrecha colaboración para salvarnos, por eso Dios es digno de ser glorificado. Pero la imagen completa no es solo amor, sino que por ejemplo el capítulo 63 nos presenta otro aspecto de Dios, Él viene con la grandeza de su poder para acabar con los malos.

Viene un castigo terrible para los rebeldes, pero viene la gloria para sus siervos. Sabiendo esto, ¿cómo quiere pasar la eternidad? La mejor alternativa es adorar a Dios, y así convertirnos en herederos del Señor. Allá en la gloria estará solo lo bueno, para siempre: sirvámosle a Dios.

El cuadro completo de la Biblia implica que veamos cada aspecto de quién es Dios, y para gustar de este debemos tener el Espíritu de Dios. Isaías nos trae varios aspectos de nuestro Dios, a manera de un plato delicioso, o de una sinfonía, donde cada instrumento agrega a la melodía principal.

Entre otras razones, Jesús vino a predicar, en particular que el reino de Dios se ha acercado y que él requiere de nosotros arrepentimiento y que creamos en el evangelio. Este fue el mensaje que también compartió Juan el bautista y Pedro, pero además vino para dar vista a los ciegos.

Vino para dar vista tanto física como espiritual. Jesús vino además para revelar a Dios. Mientras los sacrificios eran sombras de lo que había de venir, Jesús viene y revela el significado verdadero de cada símbolo. De otra parte, Jesús vino a dar vida, en abundancia. La vida eterna viene de él.

La misión del Señor Jesús es gloriosa, si nosotros tenemos su vida entonces tenemos frutos, lo cual sirve de beneficio para los que están a nuestro alrededor. Así cada día resultamos mejores, y esto solo se logra gracias a la intervención poderosa e infinita de Dios sobre nosotros.

Algunos de los hombres más ricos del mundo tienen fundaciones o hacen donaciones cuantiosas para ayudar a mitigar algunos de los problemas que aquejan a la humanidad. A su vez, algunos científicos trabajan en mejorar tratamientos médicos, por ejemplo, con nanobots.

Lo anterior forma parte de la gracia común de Dios hacía los hombres, así como lo es la promesa de Dios que hizo luego del diluvio de no detener la siega ni la sementara. En contraste está la gracia especial, mediante la cual se recrea al hombre con fe para ser llevado a la gloria de Dios.

La gracia común apareció en el tiempo de Nabucodonosor: reveló y dio la interpretación del sueño del rey, para que este no ejecutara su edicto de muerte. Así como reveló el misterio del sueño del rey, hoy nos revela un misterio más grande: por amor, Él envió a su Hijo a morir por pecadores.

Todos hemos pasado por aflicción y esto puede generarnos temor y dudas. Podemos llegar a pensar que Dios no nos escucha, o que se ha olvidado de nosotros. Eso le pasó también a David, y en el Salmo 13, por inspiración del Espíritu Santo, David lo expresa sin guardarse algo.

El texto no detalla cuáles fueron las circunstancias que le causaron dolor a David, pero sí deja ver su angustia extrema. David siente que ha llegado a su límite. Se siente perdido y busca una explicación de lo que está pasando. David no veía el final a esta situación, e igual nos puede pasar.

Lo que David hace es clamar a Dios, como debemos hacer nosotros. La única solución está en Dios. El Salmo termina con un cambio extraordinario, ahora David expresa su confianza en el Señor. David ya no duda de Dios, en cambio, se alegra en la salvación segura que hay en Jehová.

Dios, en su amor, envió a su Hijo para que muriera por su pueblo. Jesucristo es grande para salvar, pero el pasaje también habla de su furor. Dice que Jesucristo también vino para tener una victoria total sobre sus enemigos.Cristo no es solo compasión, Él acabará con sus enemigos.

Hay que tener presente que así como el pueblo de Israel, en el pasaje, se volvió enemigo de Dios, por su rebeldía, nosotros también hemos ofendido a Dios. Somos rebeldes, buscamos andar por nuestros propios caminos; sin embargo, así como con Israel, Jehová nos salvó, por su Hijo Cristo.

La Biblia es enfática diciendo que Dios salva a pecadores, por tanto, escuchemos y creamos el evangelio, las buenas nuevas, de Génesis a Apocalipsis. Escuchemos la voz de Dios, para que nos moldee, y nos dé vida espiritual, para que nos haga una creación nueva, y así tener vida en Él.

Esta carta fue dirigida, en primera instancia, a Filemón, quien tenía un esclavo, Onésimo, el cual había escapado. Este esclavo, en su huida llegó a Roma, y allí, además de conocer al apóstol Pablo, se convirtió al cristianismo. Así, el tema central de la carta es el perdón entre hermanos.

El mejor ejemplo de perdón es el que Dios nos dio. Por tanto, cuando perdonamos, actuamos como Dios, lo cual es bueno. Otro aspecto interesante de la carta es la gracia de Dios en la vida de las personas. Somos los Onésimos de Dios: lo hemos ofendido y ahora nos da de su perdón.

Pablo, al comenzar la carta da un saludo de gracia y paz, que si bien puede pasar desapercibido, pues así lo hizo en otras cartas, está lleno de significado, el cual se verá con detalle. Ruegue a Dios porque en usted esté el arrepentimiento genuino y la fe verdadera. Clame al Señor y arrepiéntase.

Dios había revelado el secreto que amenazaba la vida de muchos. Pero antes de que esto ocurriera, Daniel había solicitado a sus amigos orar y él lo había hecho también. Este contexto nos sirva para ver la actitud correcta para orar, lo cual se comenzará con una definición de oración.

En el texto se pueden ver tres tipos de oración: 1) de petición, 2) de gratitud, y 3) de adoración. Pero para saber más de la oración debemos analizar los ejemplos en toda la Biblia, y en particular ver el ejemplo de Jesucristo. Él oró en todo momento, como debemos hacer todos los creyentes.

Debemos hacer oraciones de gratitud, a pesar de las circunstancias que vivamos, y por todas las cosas. Esto es difícil, y hasta podría parecer ilógico, pero es lo que hicieron personas como Esteban, al ser apedreado. Agradezcamos a Dios por su gracia, de la cual proviene todo lo que nos sostiene.

El inicio de año nos lleva a pensar en el futuro, y esto puede llevar al temor y al pesimismo, pues ni siquiera sabemos qué va a pasar mañana. Además está la inestabilidad que vivimos en esta sociedad, la cual no nos permite ser optimistas. ¿Tenemos alguna seguridad para este año?

A pesar de las circunstancias, podemos estar seguros de que Dios está con nosotros. Dios está en medio de su iglesia: no será conmovida. Dios está a nuestro favor, Él es nuestro amparo, Él es nuestro escondite, es nuestro seguro inamovible. Si Dios es por nosotros, nada estará en contra.

Como Dios está con nosotros, no hay razón para temer, a pesar de las tragedias que puedan sobrevenir. A pesar de esta verdad, en medio de las dificultades, tememos, y de ahí el mandato a no temer, el cual es tal vez el mandamiento más repetido en toda la Biblia. Confiemos en Dios.

Efesios habla de las riquezas para el creyente, así lo dice el apóstol Pablo, quien fue establecido como apóstol por Cristo. Dirige su carta a creyentes, a quienes les recuerda constantemente que están en Cristo. De esta manera llegamos a ser hijos de Dios, y por tanto estaremos en el cielo.

El centro del versículo tres es la bendición que tienen los creyentes. Nuestro padre celestial nos bendice en gran manera, con bendiciones espirituales. Dios bendice de esta manera, pero muchas veces la respuesta es olvidarlo. A veces, por ejemplo, pedimos por cosas que ya hemos recibido.

Oramos por amor, cuando un creyente ya ha recibido amor; lo que sí deberíamos pedir es por lo que no hemos hecho, que es manifestar ese amor. Oramos por paz, por felicidad y gozo, todas estas cosas que ya tenemos en Cristo. Todas las cosas han sido dadas en Cristo para nuestro bien.

Este es el primer de una serie de sermones acerca de Jesús. Hoy se verá quién es Jesús de Nazaret, viendo a Jesús como hombre. Jesús, a pesar de ser Dios, fue un hombre ordinario, que sin embargo partió la historia en dos. Nacido de mujer, pero concebido por el Espíritu Santo.

A Jesús se lo conoce como el Hijo del Hombre, aunque también es Dios encarnado. Jesús es el Mesías prometido, por ejemplo, en el libro de Daniel. Jesús es el redentor esperado, como bien mostró Ana en el templo. Jesús es el cordero de Dios, ya que la redención debía darse con sangre.

Jesús es nuestra justicia. Para presentarse ante Dios hay que estar vestidos de la justicia de Cristo. Jesús es el rey glorioso, el cual regresará por segunda vez. Jesús es el salvador, eso es precisamente lo que significa su hombre. Hoy, dos mil años luego de su venida, sigue salvando a los pecadores.

El reino de Dios fue revelado en misterios, algunos de ellos explicados mediante parábolas, muy simples y cortas. Hoy se tratan dos parábolas: la de la semilla de mostaza y la de la levadura. Nuestro Señor Jesucristo las pronunció justo después de sanar a una mujer, enferma por 18 años.

La semilla es algo que parece perdido dentro del campo donde se sembró, así como lo imperceptible del milagro que había acabado de ocurrir. El reino de Dios comenzó muy pequeño, pero por su poder expansivo, representando el crecimiento de la iglesia, se asemeja a un árbol.

El símbolo de la levadura, de otra parte, representa algo igualmente pequeño e imperceptible, que a su tiempo termina por hacer su trabajo completo. El reino de Dios no comienza con un despliegue majestuoso, sino muy sutilmente. Estas dos verdades sirven de ánimo para el creyente.

Daniel oró al Señor, para que le revelara el sueño que había tenido el rey Nabucodonosor, y así evitar la muerte de muchos, por la ira del rey al haberlo olvidado. El Señor le reveló el secreto en una visión. Esta historia lleva a que nos preguntemos: ¿tenemos el hábito de orar?

La Biblia está llena de ejemplos de oración, de las cuales 25 son de nuestro Señor Jesucristo mismo. De estas aprendemos la actitud de humildad que debemos tener al orar, al reconocer el Señorío de Dios y reconocer su voluntad suprema; por tanto, debemos pedir siempre por discernimiento.

A veces el Señor no responde a las oraciones en el momento, otras veces dice que no, y de la Biblia es claro que Dios no escucha la oración de los impíos. Nuestra oración es una expresión de fe, por tanto, cuando oremos debemos tener claro que Dios sí sabe lo que es mejor para nosotros.

Lo que más nos hace falta en estos momentos de confusión es la visita de Dios. Debemos evangelizar, como nos dice el pasaje central. Debemos compartir las buenas nuevas, que Jesús vino para darle vida a muchos. Esta es la solución para mundo en general y para usted en particular.

Cristo cuida a sus ovejas, por lo cual está pendiente de quienes representan peligro para ellas. El buen pastor destruye a los enemigos de su rebaño. Si bien sabemos que Dios es amor, hay que decir que también es vengador. Entonces, que recibamos las buenas nuevas, el perdón de Dios.

Todo el que invoque el nombre del Señor será salvo, y quienes se atrevan a oponerse al dueño del universo serán destruidos. Leamos toda la profecía para entender cuál es la voluntad de Dios para la humanidad, oremos porque en esta navidad Dios visite a la humanidad, como hizo la primera vez.

Los últimos días han sido difíciles para nuestro país; hay una gran tensión y nuestra oración es para que se calmen los ánimos, porque haya cordura, y que no terminemos autodestruyéndonos. Ante este panorama, oscuro y desalentador, ¿cómo hemos de responder?

El pasaje comienza diciendo oídme, y lo dice es a Su remante fiel, también hoy nos habla en medio de esta situación. Nadie nos arrebatará de Su mano; solo miremos la historia para comprobar Su cuidado. El Señor así lo ha prometido, nos cuidará porque ya dio un precio muy alto por Su iglesia.

Dios promete salvación a Su pueblo. Esa promesa que hizo en el libro de Isaías ya ha sido cumplida en Jesucristo, y no solo aplica a Israel, sino a la Iglesia; Jesucristo fue quien recibió todo el peso del castigo por nuestro pecado. Por esto, no debe haber razones para que seamos presas del temor.

Jesucristo ya había realizado dos de las siete señales que reporta el libro de Juan. Es en este contexto que Jesús le dice a los que lo escuchan que no quieren venir a Él. Esto, lejos de lo que se piensa, no es una prueba para el arminianismo, hay que preguntarse, ¿por qué no vienen?

La respuesta a la pregunta anterior es que los que escuchaban a Jesús en ese momento, e incluso ahora, no venían a Cristo, porque no pueden. Al estudiar el pasaje completo puede verse que el hombre está muerto espiritualmente, y esto desde Adán, entonces cómo vendrá hacia su salvador.

El contexto también muestra que en Cristo hay vida, y esta es la gran noticia. Tendremos vida espiritual, un cuerpo nuevo, y viviremos eternamente. Todo el que venga a Cristo tendrá esta vida. Jesús, por su misericordia, resucita al que estaba muerto, y además le da la fe que se necesita.

Crisis, las tenemos por todas partes, y la pregunta es cómo enfrentarlas. Parte de la respuesta la encontramos en el libro de Daniel. El rey Nabucodonosor había escrito un edicto dando la orden de matar a todos los sabios en la ciudad de Babilonia, incluido a Daniel y a sus amigos.

Daniel actúo diferente a los demás, poniendo su mirada en Jesucristo, y así tenemos que hacer nosotros. Daniel habló con sabiduría y no perdió el dominio propio ante el capitán encargado de ejecutar la orden del rey. Pero, por sobre todo, Daniel puso su confianza en Dios para actuar.

A su vez, Daniel le contó el problema a sus amigos y pidió que oraran por él. De esta manera se evitó la muerte de muchos. Daniel fue piadoso y nosotros debemos serlo también, debemos habituarnos a acudir a Dios, y ser mansos, más que como Daniel como Jesucristo, nuestro salvador.

Israel estaba triunfando, porque Dios peleaba por ellos. Josué, con gente de a pie, peleó en contra de un ejército armado con caballos y carros, y tuvo la victoria. Al finalizar, Dios les ordenó herir a los caballos y quemar los carros, para evitar que Israel confiara más en ellos que en Jehová.

Las victorias de Israel nos sirven a los creyentes como un anticipo de la victoria que tendremos sobre el pecado, el mundo y satanás. Aunque nuestra guerra no es por un territorio, ni en contra de un gobierno, nuestra lucha es espiritual. Así como Josué, no dudemos, y pongamos en acción.

La guerra que enfrentamos se intensifica a medida que se acerca la venida del Señor. Satanás será suelto de su prisión, y saldrá con furia en contra de los creyentes y a engañar a las naciones, afín de reunirlos para la batalla en contra de la ciudad amada, pero Dios peleará por nosotros.

Debemos consolarnos en el evangelio en lugar de caer en el pesimismo de esta era. Además de que seamos creyentes, confiados, con buena esperanza, nuestro deber es ser evangelistas. Nuestro porvenir está en Dios, no en la política ni en las protestas, así el mundo diga lo contrario.

Dios es el dueño del mundo y nos ha dado Su voluntad, esa es nuestra tarea, que alumbre la luz de Dios en nosotros, esta es la campaña que debemos hacer. Descansemos en el Señor, llevando adelante Su programa. Debemos acercarnos a Dios, en lugar de confiar en nuestras fuerzas.

Podemos estar confiados de que a pesar de la situación que vivamos, incluso si es castigo, este será para bendición, porque Dios a quien ama castiga. Que aprendamos a someternos, contentos con toda la Palabra de Dios, bien entendida, para no desequilibrarnos hacia un lado o hacia otro.

En este sermón se hace un repaso de las cinco doctrinas claves, en conmemoración de la reforma protestante, la cual se celebra cada año en octubre. Para comenzar es importante además de recordar, enfatizar, que nosotros los humanos somos seres caídos. Todos estamos bajo pecado.

Por el amor de Dios, algunos de estos pecadores, fuimos entregados a Cristo, y de ahí la maravilla de la cruz. Ahora, algunos de nosotros somos sus ovejas, y nadie podrá arrebatarnos de su mano. Nuestro deber es predicar el evangelio que nos dejó Cristo: aún hay muchas ovejas por alcanzar.

Dios nos escogió desde antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha. La señal clara de que alguien es oveja es que guarda su palabra, y hace parte de su iglesia. Cristo murió por sus ovejas; que el Señor nos llene de gozo y nos dé ánimo para trabajar en su reino.

El rey nabucodonosor se despertó inquieto. Tuvo un sueño y ahora quiere que se lo interpreten, pero hay un problema, no se acuerda del sueño. Esto desató una serie de eventos que nos muestran cómo es el carácter y las decisiones de alguien que no tiene a Dios en su corazón.

El rey puso su confianza en los intérpretes y no buscó a Dios. Al extenderse esta reacción, puede decirse que el impío pone su confianza en lo creado y no en Dios; tampoco le importan los medios que utilice para alcanzar su fin. Nabucodonosor llegó hasta a amenazar de muerte a muchos.

Nabucodonosor, en su ira, mandó a que mataran a todos los sabios de Babilonia, incluso los que no habían estado en presencia del rey, y esto incluía a Daniel y a sus amigos. Las decisiones de un impío van de acuerdo con su carácter, debemos evitar la asociación con este tipo de personas.

El Señor está cumpliendo su promesa de entregar la tierra prometida, con victorias increíbles, pero también con derrotas, como con el pueblo de Hai. Si bien Israel fue reestablecido de esta caída, y el temor se esparce por todo el territorio, ellos vuelven a caer. Esta vez, no en batalla.

Las victorias de Israel produjeron dos efectos en los que vivían en Canaán. El primero fue buscar resistirse y armar un ejército inmenso en contra del pueblo invasor; el segundo fue buscar alianza, como hicieron los del pueblo de Gabaón, pero eso había sido expresamente prohibido por Jehová.

Los de Gabaón engañaron a Israel, haciéndoles creer que no eran de Canaán, e Israel cayó, por no consultar a Jehová. Israel descubrió el engaño pocos días después, pero por el juramento que habían hecho por Jehová, no atacaron a Gabaón, sino que los pusieron al servicio del templo.

Es el mismo Jesucristo quien habla al comienzo de este pasaje. Al presentar el evangelio quiere que tengamos confianza en Él, y que tengamos la tranquilidad de que nuestros pecados ya han sido perdonados. Estas son buenas nuevas para todos nosotros. En Él tenemos la consolación.

Ahora nos hemos vuelto colaboradores del Señor, y presentamos su evangelio. Llamamos a la fe y al arrepentimiento. Nos hemos convertido en la luz del mundo. Para cumplir con la gran comisión: debemos brillar. Las buenas nuevas no son para guardárnoslas, sino para compartirlas.

Debemos vivir como cristianos; por su puesto, debemos conocer, pero también debemos tener confianza en Cristo. Al tener esta confianza, así no más, ya resultamos diferentes y somos luz. Solo con ser cristianos ayudamos al mundo. Ya que una persona se convierta es solo voluntad de Dios.

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Culto principal Domingo 11:00 a.m. - 12:10 p.m.
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Reunión de oración (Norte) Miércoles 7:00 p.m. - 8:00 p.m
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