¡Qué Gran Consuelo! (Ene, 2016)

Que gran consuelo Johan Neven/Flickr

Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y Sus oídos atentos a sus oraciones” (1 P. 3:12).

El verso es muy persuasivo sobre el gran interés que Dios tiene por quienes lo necesitan, por Su pueblo, los justos en la justicia de Cristo; todo Su ser está envuelto en guardarlos; más aún, la providencia es gobernada en procura del bien del cristiano; como alguien dijo: “Para colmar sus vidas con bondad, y sus conflictos con victorias”. Sus ojos y sus oídos están sobre Su pueblo, ¡Qué gran consuelo!

Nuestro texto es más que elocuente con relación al amor y cuidado de Dios sobre los creyentes, pues no solo habla del cuido especial de Sus ojos sobre ellos, sino también la atención de Sus oídos a las oraciones de ellos. Los creyentes se encuentran a menudo en estrecho, pero saben cómo clamar al Señor, y Sus oídos nunca están cerrados al gemido de un cristiano, por pequeño que este sea; aunque en eso no hay diferencia para Dios, Él los atiende a todos y los atiende con interés y amor.

La preservación del año pasado te invita y manda a declarar a otros todo el bien que Dios ha hecho a tu alma. Así como el cantar de los pajarillos endulzan el oído de quienes les escuchan; tú también, como redimido de Dios, debes hacer lo mismo, en especial hablando de Dios a los que como tú le temen; procura, pues compartir tus buenas experiencias con otros.

Un corazón mundano y orgulloso se deleita en sus propias alabanzas, hablar de sus propios logros y conquistas. El orgulloso se considera a sí mismo digno de recibir mucho más y por eso habla tanto de lo que tiene; en cambio un alma humilde y agradecida se deleita en contar a los demás las maravillas de Dios. Y esto no solo te es mandado por el Señor, sino también que es de especial beneficio para ti mismo: “Deléitate en Jehová, y él te concederá los anhelos de tu corazón” (Sal. 37:4); el contar con deleite a tus hermanos el bien que Dios ha hecho a tu alma, abre las puertas para que tus oraciones sean oídas.

Durante el año pasado Dios te guardó, y ha prometido seguir preservando tu alma en fe. Sí, los ojos del Señor estarán sobre nosotros, Su pueblo, desde el comienzo hasta el fin, entonces alegrémonos tanto como podamos en este próximo año. Es cierto que vendrán pruebas y problemas, no esperes ser exonerado de las tentaciones. El diablo no está muerto, y sus llamas siguen quemando. Por eso cuida más lo que Dios te ha mandado, más que lo que tú mismo quieras hacer, que tu lema sea este: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas las cosas os serán añadidas.” (Mt. 6:33)

La promesa divina es firme y bien explícita para nosotros: “...los ojos de Jehová tu Dios están siempre sobre ella, desde el principio del año hasta el final de él” (Dt. 11:12); en el nombre del Señor levanta tu bandera de victoria y comienza a cantar: “Firmes, y adelante, huestes de la fe Sin temor alguno, que Dios nos ve”.