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NUESTRO VERSÍCULO LEMA: Efesios 2:8

Reacción carnal ante las pruebas y la demanda de Dios

Reacciones carnales ante las pruebas

Todos pasamos, como hemos hablado en otras ocasiones, por dificultades económicas, de salud, familiares, entre otras. Aunque las Escrituras enseñan que los que poseen la gracia de Dios no desmayan, es importante analizar ¿cuál es la reacción humana frente a cualquier tipo de dificultad que llegue a su vida? ¿Entender de qué manera dice Dios que debemos enfrentar estas dificultades? (Foto: Pulpolux/Flickr)

I. Reacciones de la carne

Les invito a que cada uno piense en uno de los tantos inconvenientes que ha pasado a lo largo de su vida y evalúe si lo que señalamos a continuación coincide con la reacción asumida en tal dificultad.

a. Pérdida de la alegría. El semblante se transforma no solo como producto del dolor que el problema en sí trae, sino también por la reacción interior que ocasiona el problema. La carne produce una tristeza de descontentamiento que a muchos lleva a la depresión y luego a la muerte. Esta es conocida como tristeza del mundo, aquella que experimentó Judas después de traicionar a Jesús. (2 Co. 7:10b)

b. Pérdida de la gentileza o moderación. El buen trato en algunas personas desaparece y comienzan a herir a otros, a buscar culpables, a reaccionar permanentemente de mal genio; con estas actitudes, no solo sufrimos nosotros, sino que hacemos sufrir los seres que amamos, a los amigos, hermanos y a toda persona que se cruce en nuestro camino.

c. No vemos la presencia de Dios, o si la vemos, esta nos parece muy distante. A pesar de saber intelectualmente que Dios es Omnipresente, que Él se interesa por el necesitado; el dolor no nos deja percibir esa realidad, lo vemos distante e indiferente a nuestros problemas, nos sentimos desamparados (Sal. 10:1)

d. Aparece la ansiedad, el afán, la impaciencia. Si estamos sumergidos en la dificultad, comenzamos a actuar insensatamente, queremos una tabla de salvación, que nos entregue la solución a todos nuestros problemas, no queremos tener paciencia ni esperar en Dios; queremos una respuesta que alimente nuestra ansiedad, que se complazca con nuestra reacción. He visto cristianos que se enojan porque se les dice que tengan paciencia.

e. Somos ingratos. Palabras como "Dios dispone todas las cosas para el bien de los que le aman" no sentimos que encajen en ese momento; el dolor no nos deja ver nada bueno en la situación que estamos pasando, así que no vemos motivo para agradecer.

f. La mente trabaja insitándonos a que pensemos solo en lo malo. Dependiendo del caso, alimentemos la ira, la envidia, la deshonestidad, la venganza, la amargura, entre otras.

*Resultado. Aumento de la tristeza, aumento del problema y muchas personas heridas, entre otras cosas.

 

II. Demandas de Dios ante la prueba

La persona que Dios inspiró para traernos sus demandas no estaba en un palacio de marfil, recostado en un diván, con unos siervos abanicándole y con un racimo de uvas en la boca, estaba en una cárcel del imperio romano padeciendo por causa del evangelio. Estamos hablando del apóstol Pablo. Él escribo la carta a los Filipenses para consolarlos, fortalecerlos y para que supieran la manera correcta de reaccionar ante las pruebas. Para esta enseñanza usaremos solo Fil. 4:4-8.

Es necesario decir que para poder obedecer a las demandas de Dios, las personas tienen que haber nacido de nuevo, haber experimentado la salvación de Cristo en su vida, por cuanto la reacción correcta que podríamos asumir en las pruebas es la puesta en práctica del fruto del Espíritu Santo (Gál. 5:22-23)

a. Regocijarnos o alegrarnos en el Señor (Fil. 4:4). Dios no nos prohíbe llorar o sentir tristeza, Dios nos está ordenando no permitir que la tristeza del mundo controle nuestra vida. Creer que lo que estamos padeciendo es por causa del Señor. Este tipo de actitud fue lo que llevó a los apóstoles a alegrarse cuando fueron azotados por las autoridades judías (Hch. 5:41)

b. Actuar con gentileza (Fil. 4:5a). Nuestro sufrimiento no nos debe conducir a hacer sufrir a otros, por el contrario, estos son propicios para sentir que la gracia del Señor  nos permite consolar a otros. En Leticia había una hermanita que tenía más de 100 años, que por la edad no podía ver, ella tenía una hija completamente ciega, la cual tenía dos hijas con retraso mental. Un día que fui a visitarla, observé un ratón que salía tranquilamente a comer lo que caía de la mesa y nadie lo espantaba porque nadie lo percibía. Entonces sin saber cómo consolar a la familia por su sufrimiento, dije: "En este mundo hay sufrimiento" La cieguita respondió: "Sí, pastor, las personas sufren" Con esto quería decir que lo que ellas vivían, aunque para los demás fuera trágico, para ellas no era sufrimiento. Durante el tiempo que Dios me permitió visitarles, nunca escuche murmuraciones o quejas contra nadie por su condición. La persona que quería consolarlas salía consolada.

c. Asimilar la presencia de Dios (Fil. 4:5b). No solo que la venida del Señor está próxima e inminente, sino que Él está presente y en su infinita soberanía dispuso la prueba y está operando por medio de ésta para fortalecernos en el cristianismo.

d. No afanarse, ser paciente (Fil. 4:6a). Creer que Dios no nos dejará pasar por una prueba que no sea humanamente soportable y que al mismo tiempo nos mostrará la salida, nos da las herramientas para esperar (1 Co. 10:13; Stg. 5:7-8).

e. Ser agradecidos (Fil. 4:6c). Es bueno recordar las palabras de Job en el momento de su terrible tragedia ante las palabras insensatas de su esposa, expresó que no solo debemos aceptar de Dios las cosas buenas, sino también las difíciles, sí debemos ser agradecidos con Dios porque realmente todo lo que Él dispone para su pueblo es para su bien, exclusivamente para su beneficio (Dt. 8:16)

f. Pensar cosas santas, buenas (Fil. 4:8). Repudiar, aborrecer todo pensamiento perverso. No dejar que esto haga nido en nuestra cabeza; por el contrario, traer a la memoria todo aquello que engrandece el nombre del Señor.

h. Entregar todo a Dios (Fil. 4:6b). Esto implica no guardar nada, sacar todas nuestras amarguras delante de Dios o derramar sin reservas mi espíritu, porque Él se compadece de los que le temen.

* Resultado (Fil. 4:7). Paz indescriptible.

 

Conclusión
"porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe" 1 Jn. 5:4

 

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