¡Nos pilló!

Nos pilló ¡Y con qué garras! Me refiero al pecado. Art Crimes/Flickr

Nadie cree en eso, ¿verdad? Creer o no, la desobediencia a la ley de Dios es un hecho, y Dios lo llama pecado. La persona que peque, justamente muere, y Dios es el que sentencia al culpable. No, Dios no ejecuta la sentencia de un todo de una vez. Puede que el pecador viva largos años, pero una mala conciencia y el horror de lo que viene hacen que la vida escasamente merezca el nombre. El ambiente del pecador, rodeado por otros pecadores en la misma situación, crea tensiones terribles, la crisis nacional, social, en el hogar, en cuanto a lo personal. El pecado es su propio castigo.

No, no es sólo cuestión de un cambio de conducta, porque tal cambio no borra la cuenta ya pendiente. Dios es justo, y no negocia sino sobre la base de justicia. No hay arreglos o componendas sino aquellos que Jesucristo ofrece para pecadores. ¿Sabe cuáles son? ¿Se reconoce usted pecador? El Salvador no se ofrece sino sólo a ellos.