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Historias de fe. 2 Crónicas

Nombre del libro y autor

En la enseñanza de 1 Crónicas nos explicaron dijo que 1 y 2 de Crónicas formaban un solo libro, que los traductores al griego del A.T. (LXX) lo dividieron en dos, y que el nombre Crónicas fue dado por Jerónimo en la traducción de la Biblia al latín (Vulgata latina); sin embargo, aprendimos que la tradición judía dice que el libro fue escrito por Esdras.

 

Tema

1 y 2 de Crónicas es un pequeño resumen del Antiguo Testamento. 2 Crónicas abarca desde el gobierno de Salomón hasta el decreto de Ciro, rey de Persia, que instaba al pueblo judío a regresar a la tierra prometida a reedificar el templo. El libro fue escrito con el ánimo de alentar a los que regresaban del exilio, su propósito principal se centraba en darles esperanza.

Manases (Que hace olvidar. 2 Cr. 33:1-20; 2 R. 21:1-18)

"...cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia" Ro. 5:20

 

Introducción

Conocí a una persona que siempre quiso con su filosofía echar abajo las doctrinas que nos enseña la Biblia. Una de las verdades sagradas que combatía era la gracia de Dios: él decía: "yo no creo que una persona que haya sido mala, que haya matado, robado, pueda ser perdonada por Dios" ¿Será que en verdad Dios no puede perdonar a un Hitler, a un Nerón o a muchos genocidas que han pasado por esta tierra, que se han vendido al pecado llegando a lo más bajo? ¿No será que el mundo desconoce la condición del hombre, el alcance de su maldad y su incapacidad para hacer el bien? ¿No será también que desconoce lo que Dios exige por el pecado y al mismo tiempo la infinidad de su amor? La historia de Manasés, aunque deja muchas preguntas, responde a las inquietudes fundamentales.

1. ¿Cuál fue la condición espiritual de Manasés? Como todos los seres humanos, heredó la naturaleza caída de Adán. Vino a este mundo con un espíritu muerto, con un corazón de piedra, con todos los sentidos espirituales completamente inhabilitados. Esta condición lo hacía absolutamente incapaz de entender, desear y hacer el bien, pero al mismo tiempo lo potencializaba para llegar a condiciones de maldad insospechadas. Aunque fue hijo de uno de los reyes más piadosos de Israel (2 R. 18:1-3), la influencia de la santidad de su padre no surtió ningún efecto en él (2 R. 21:1-2) Es así como se puede entender que no por ser hijo de un cristiano se es cristiano, ya que el ser hijo de Dios no es por ser engendrado de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino porque Dios así lo quiere (Jn. 1:13). Algunos han dicho que la maldad de Manasés igualaría a Hitler y Stalin juntos. Si lo fue, no se sabe, pero la Biblia registra que este rey fue el más malo de todos los reyes de Israel y que practicó todas las abominaciones de los pueblos que Dios desechó y aun los superó (2 R. 21:11) Miremos algunos de los pecados de Manasés y lo que la ley dice contra ello:

a. Reconstruyó los lugares altos (2 Cr. 33: 3a; 2 R. 21:3a) Los verdaderos adoradores sabían que el único lugar de adoración establecido por Dios era el templo. Cualquier otro centro de adoración, por santas que fueran las prácticas en esos lugares, era totalmente contrario a la ley de Dios. Por otro lado, aunque el culto en esos lugares se elevara a Dios, era una imitación de los cultos paganos que todas las naciones gentiles hacían. Digamos que este sería el primer paso para paganizarse. Los israelitas no solo elevaron santuarios en los lugares altos para adorar a Dios, lo hicieron para adorar a los dioses de las naciones, cuyos cultos eran supremamente atractivos para los deseos de la carne porque en ellos, con una pintura de "piedad", se practicaba aberraciones sexuales y otros vicios (Os. 4:11-14) El valiente rey Ezequías había eliminado todos los lugares altos y había centralizado el culto a Dios en el templo: sin embargo, su hijo destruyó todo lo que su padre había hecho. Leer Dt. 12.


b. Levantó altares para Baal (señor). (2 Cr. 33:3b; 2 R. 21:3b) Baal era el título del dios supremo de los cananeos cuya adoración procedía de Babilonia (Bel-Merodac o Marduk, o dios sol). El nombre completo era Baal- shemaim o señor del cielo, haciendo relación al sol. Se suponía que de él procedía el bienestar y los castigos, así que en tiempos de dificultades para apaciguar su ira sacrificaban en su nombre seres humanos, especialmente niños. Leer Dt. 4:12- 27.

c. Hizo imágenes de Asera. (2 Cr. 33:3c, 7-8; 2 R. 21:3c, 7-8) Era la diosa cananea de la fertilidad considerada por algunos como la madre de Baal y de otras sesenta y nueve deidades, y considerada por otros como la esposa de Baal. Su símbolo era un árbol que se plantaba junto a su altar. Los cultos a dioses de la fertilidad contenían prostitución cúltica. Lo peor fue que introdujo dentro del templo una imagen fundida de tal diosa. Se entiende obviamente que quería eliminar el nombre del Señor y substituirlo por el de Asera. Leer Dt. 7:1-5.

d. Adoró a todo el ejército del cielo, y les rindió culto. (2 Cr. 33:2d; 2 R. 21:3d) Lo que indica que Manasés creía que las estrellas del cielo eran dioses, la representación de ello hoy son los símbolos del zodiaco, agrupados en el horóscopo. Leer Dt. 17:1-5.

e. Llenó el templo de altares paganos. (2 Cr. 23:4-5; 2 R. 21:4-5) Esto lo hizo tanto en los dos atrios: adentro como afuera del tempo construyó altares a los astros. Leer 1 R. 9:1- 9; Ex. 20:3-6.

f. Sacrificó a sus hijos. (2 Cr. 33:6a; 2 R. 21:6a) Esta era una práctica ofrecida al dios Moloc en el valle del hijo de Hinom. El niño sacrificado era echado vivo por la boca del dios el cual en su interior era un horno de fuego. Leer Lv. 20:1-3.

g. Practicó e instituyó el ocultismo. (2 Cr. 33:6b; 2 R. 21:6b) Manasés decretó el ocultismo como una religión de estado y la igualó a las naciones que habitaron antes de ellos. Leer Dt. 18:9-14.

h. Indujo al pueblo al mal. (2 Cr. 33:9; 2 R. 21:9) No solo porque sirvió de piedra de tropiezo, mas también porque se dedicó a enseñar al pueblo malas practicas, haciendo de los judíos una nación peor que las que Dios destruyó, condición de la que no se levantó a pesar de las reformas que más tarde acontecieron. Leer Jer. 15:1-4.

i. Hizo caso omiso de las advertencias de Dios. (2 Cr. 33:10; 2 R. 21:9-14) La conciencia de Manasés y del pueblo, por el aumento indiscriminado de la práctica del pecado durante décadas, se cauterizó. Los sufridos siervos de Dios de esta época no eran escuchados, las amenazas de Dios anunciadas fueron completamente despreciadas por ellos.

j. Llenó de sangre inocente a Jerusalén de extremo a extremo. (2 R. 21:16; He. 11:37) Como ya se dijo, Manasés sacrificó hijos al dios Moloc: este caso se refiere a las personas que por su debilidad les eran violentados en sus derechos, pero de manera especial a los verdaderos adoradores de Dios. Durante más o menos cinco décadas la pena de muerte y las formas macabras de ejecución imperó para los inocentes. La tradición judía afirma que el profeta Isaías fue colocado en un tronco hueco y que luego pasaron la sierra para dividirlo en dos. Leer Ex. 23:7.

2. ¿Por qué Dios no eliminó a este rey rápidamente, como hizo con otros, o por qué no le impidió que cometiera tanto mal? Dios no nos da todas las respuestas, pero con lo acontecido durante este gobierno podemos aprender varias cosas.

a. Que la "piedad" presentada por el pueblo durante el gobierno del rey Ezequías era solo apariencia. Aquí, cuando un rey se levantó para inducirlos al mal, ellos lo recibieron con mucho gusto, por ello Dios los dejó, en un periodo tan largo, que se hundieran en el mal para su propia destrucción.

b. Que a pesar de ser la tierra prometida no garantizaba ningún bienestar para los que pertenecían a la Israel celestial y por ello fueron llevados a la morada de su Padre.

3. ¿Qué hizo Dios con Manasés?

a. Inicialmente lo entregó en manos de sus enemigos. (2 Cr. 33:11) Los Asirios lo encadenaron y lo llevaron cautivo a Babilonia donde sufrió en gran manera. Dios quería mostrar a Manasés que los dioses que adoraba y su ocultismo en gran escala, los cuales busco seguramente desde el asedio hasta la prisión, no le servirían de nada cuando la ira de Dios se desataba. Leer Sal. 115:3-8.

b. Produjo en Manasés el arrepentimiento y la conversión. (2 Cr. 33:12,13a) Dios bien hubiese podido enviarlo al infierno para que pagara por toda la eternidad por su odio tan entrañable contra Dios y porque ese es el único pago que Dios decretó como salario por el pecado, pero Él, en su infinito amor, envía su Espíritu Santo por medio de su Palabra que desde la niñez Manasés había escuchado, y la da nueva vida; le coloca en el corazón el don de la fe para que desde ese momento creyera y confiara en el único y verdadero Dios, y por ello lo invoca arrepentido pidiendo misericordia. La multitud de pecados fueron perdonados y colocados en su Substituto, en el Hijo de Dios que en el futuro moriría por él y por todos los que están les será dada la vida eterna. Es importante señalar que el sufrimiento no fue lo que lo indujo a buscar a Dios: fue la gracia de Dios derramada en él. A un muerto espiritual le pueden venir todas las calamidades y aun así no busca a Dios: y si lo busca es con el propósito de ser liberado de los problemas terrenales y no para que lo libre del pecado, por el contrario, termina culpando a Dios de sus penurias y blasfemando contra Él (Pr. 19:3; Ap. 16:8-9). Se requiere que Dios de nueva vida para que la persona pueda arrepentirse genuinamente. Leer Jn. 3:3-6; 1 P. 1:23.

c. Lo regresó a Judá y a su trono para dar testimonio de su nueva vida (2 Cr. 33:13b-19). Dios accionando su gracia común operó en los que lo tenían cautivo para que lo dejaran libre y así el rey pudiese regresar a su patria y a su reino. Ya estando allí, sus gobernados pudieron conocer a un Manasés que había vivido un cambio interno. La eliminación de los ídolos y altares y el resto de reformas mostraba que Dios había hecho de él una nueva criatura. Aunque las reformas que él hizo no lograron el cambio en la población, todos los gobernados pudieron ver la gracia de Dios operando en uno considerado el primero de los pecadores. Leer 1 Jn. 5:4,5,18; Ef. 2:10.

4. Algunas aplicaciones

a. Aun el más grande de los pecadores puede ser perdonado: es necesario tener presente que cualquier ser humano puede llegar a pecar como, o aún más que, Manasés. El freno que los pecadores tenemos ante determinados pecados no acontece porque en ellos existe algo bueno, es porque Dios los frena, es por esto que nadie se puede gloriar de no haber pecado. Siendo esto cierto, todos estamos en la misma condición y con la misma necesidad que tenía Manasés. Basta que cada uno se examine a la luz de la ley de Dios y podrá ver que aunque en la práctica no cometió todos los pecados que cometió Manasés no existe nada de bueno y sí mucho de malo. Cada uno tiene que reconocer que es "el primero de los pecadores" y necesitado obligatoriamente de Cristo Leer Ro. 3:10-25; 1 Ti. 1:12-17.

b. No debemos dejar de anunciar la verdad aunque la impiedad sea grande. Nunca la palabra de Dios volverá vacía, siempre será usada por Dios. Los profetas no eran escuchados, pero ellos no estaban perdiendo el tiempo, su mensaje fue utilizado para endurecer el corazón de los que merecidamente irían al infierno: después de mucho tiempo, Dios usó esos mensajes para traer a la fe a Manasés. Leer Is. 55:11; 6:9-10; Ro. 10:13-17.

Conclusión

"Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo" Ro. 5:1


 


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