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Eusebio y Sabio, los dos carpinteritos

Eusebio y Sabio, los dos carpinteritos

Llegó el tiempo cuando Eusebio y Sabio ya eran suficientemente grandes para salir de la casa y comenzar la vida por su cuenta, pero, ¿será que guardarán los consejos de sus padres? Escuchemos para saber. (imagen: clipart-library.com)

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Eusebio y sabio, los dos carpinteritos

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Eusebio y Sabio. Los dos carpinteritos


1. Queridos niños, hoy vamos a escuchar un cuentico de pajaritos, de dos pájaros carpinteros. Dios hizo a estos pajaritos con un pico muy, muy, fuerte. Con ese pico ellos perforan los palos para hacer sus nidos y para buscar gusanitos para alimentarse. Imaginen a un carpintero picoteando un palo, tiqui, tiqui, tiqui, tiqui, tiqui, Escuchemos atentos el cuentico:

2. Los carpinteros Gentil y Florecita tenían dos carpinteritos. A uno le dieron el nombre de Eusebio y al otro Sabio. Al comienzo solo Gentil salía a buscar comida para Florecita y para sus dos hijitos, pero después, por el crecimiento de los carpinteritos, se requería más comida, entonces era necesario que papá y mamá salieran a buscar comida. Gentil y Florecita no solo se preocupaban por la comida de sus hijos, ellos, como buenos papás, enseñaban a sus hijitos sobre su comportamiento como carpinteros, pero ahora, que se quedarían solitos necesitaban escuchar una enseñanza que era fundamental para conservar la vida. Gentil les dijo: “ustedes están creciendo muy rápido, es necesario que Florecita y yo salgamos a buscar comida juntos. Hijitos, ustedes por un tiempo van a quedar solitos. Escuchen bien: por ningún motivo se asomen a la puerta del nido, y menos intenten salir, de igual manera no deben hacer ruido” Sabio, preguntó: “¿Por qué papito?” Eusebio, antes que sus padres respondieran, dijo: “Ah, pues porque nos podemos caer” Florecita dijo: “No solo porque se pueden caer. Eusebio, afuera hay animales que están buscando comida y ustedes pueden servirles de almuerzo. Hay águilas, tigrillos, serpientes, y otros animales” Gentil, dijo: “Independiente si lo entiendan o no, ustedes deben aprender a obedecer, de lo contrario pueden perecer. Si ustedes obedecen, indica que son unos carpinteritos sabios. Esto les protegerá y nosotros sus papitos nos alegraremos. Entonces, ¿Qué tienen que hacer?” Sabio dijo: “No asomarnos a la puerta y menos salir” Eusebio, dijo: “No hacer ruido” “Muy bien hijitos. Es el momento de colocar en práctica lo aprendido. Chao hijitos. Mi amor, vamos a buscarles comida.” Los dos papás salieron volando en busca de comida, y sus dos hijos muy juiciosos se quedaron en el nido. Sin asomarse a la puerta ellos podían ver águilas pasar, escucharon que un animal grande parecía como rasgando el palo, era un tigrillo afilando sus uñas en el palo. Ellos se quedaron quieticos en un rinconcito y ni su respiración se escuchaba. Cuando sus padres llegaron sintieron un gran alivio. Casi todos los días acontecía esto y sus padres siempre les repetían sobre su seguridad. Un día, Eusebio le dijo a Sabio: “creo que ya estamos grandes, porque no salimos solo un poquito” sabio dijo: “No, no tenemos aún plumas y no podemos volar, mejor no. ¿Porque mejor no comenzamos a ensayar nuestros picos contra la pared del nido?” “Ah bueno” dijo Eusebio. “Toc.. toc.. toc…” divertidos picaban. En ese momento, una serpiente hambrienta pasaba cerca del palo y percibió el sonido y con mucho cuidado subió al palo. Los dos carpinteritos distraídos seguían su juego: toc…toc…toc, pero Sabio vio una sombra en la pared del nido y al mirar en la puerta vio la lengua de la serpiente que se movía. Se estremeció y bajito dijo a Eusebio: “Eusebio, afuera hay un animal,” y rápidamente se escondieron en un rincón del nido y se quedaron quieticos. La serpiente asomó la cabeza y burlonamente, dijo: “Aaahhh, ¿están jugando a las escondidas? Jajaja, uno, dos y tres por el cabezón que está detrás de la hoja; uno dos y tres por el solo buche que está detrás de la cascara… jeejejeje” Los dos carpinteritos estaban aterrorizados. La serpiente se acercó a los dos, y los carpinteritos totalmente indefensos, cerraron sus ojitos y solo esperaban el ataque de la serpiente. Mas cuando la serpiente abrió su boca y mostró sus colmillos y se encogió para luego lanzar su mortal ataque, sintió en su espinazo como una ráfaga de balas que entraban en su cuerpo, trac, trac, trac, trac, “Ayy, ayy” gimió la serpiente. Esto hizo que ella girara su cuerpo hacia la entrada del nido. El dolor era terrible. Lo peor para la serpiente, las ráfagas de golpes no paraban, eran repetidas. Tratatatata, ¿sería un cazador disparándole? No, era Gentil y Florecita quienes sin descanso y a una velocidad de ametralladora penetraban su fuerte pico en el cuerpo de la serpiente. La serpiente se desplomó de esa altura con la barriga vacía y con el espinazo perforado. Gentil y Florecita, sabiendo la razón disciplinaron a sus hijos, diciéndoles: “Nos es necesario hacer esto porque les amamos. Ustedes deben aprender a obedecer no solo cuando estamos presentes, deben hacerlo también cuando estamos ausentes.” Los dos carpinteritos, tristes por haber desobedecido, pidieron perdón.

3. Desde ese día Gentil les intensificó las enseñanzas para que sus dos carpinteritos en medio de una selva, muy linda sí, pero con peligros, pudiesen sobrevivir. Les dijo: “Mis hijitos, muy pronto a ustedes les tocará hacer su propio nido. Por ello es muy importante que coloquen bastante atención. Escuchen: primero ustedes tienen que seleccionar un palo que sea duro, segundo este no tiene que estar a la orilla del río” “¿Y porque papi?” preguntó Sabio. Gentil, dijo: “hijos, por lo general el palo duro es más resistente a las tormentas, y el que les diga que lo deben buscar lejos de la orilla del río, se debe a que cuando llega el verano, el río baja, y como en esa época vienen repentinas tormentas y muy fuertes, los árboles se pueden desbarrancar con mayor facilidad y caer al río. Guarden este consejo como un tesoro y colóquenlo en práctica cuando les toque hacer su propio nido” Gentil y Florecita les repetían continuamente esas enseñanzas.

4. Los carpinteros crecieron, se hicieron fuertes y guiados por sus padres aprendieron a volar y a conseguir su propio alimento. Finalmente llegó el momento en que cada uno tenía que hacer su propio nido. Los dos pájaros cada uno por su lado buscaron los palos para su nido. Eusebio, recordando los consejos de sus sabios padres, buscaba el palo adecuado. “Mi padre dijo que tiene que ser duro y lejos del rio” Vio un palo grande que quedaba lejos del río, se aferró con sus paticas al árbol, y como un taladro picoteó el palo, Toc, toc, toc, toc, “Uy que duro está, me duele el pico… mas aunque me duela, aquí hare mi nido, tal como me ensenaron mis padres.” Aunque su pico le dolía y le tocaba ir hasta el río a tomar agua, sabía que estaba haciendo lo cierto.

5. Y, ¿qué pasó con Sabio? El también busco un palo fuerte y lejos del río. Lo picoteo, toc, toc, toc, toc…” Uy casi me parto mi pico y para colmo tengo que ir hasta el río a tomar agua, ah, no puede ser, ¿será que mi papá nos enseñó lo cierto? Esto está muy difícil.” Después de picotear un poco el palo, voló a tomar agua al río, dijo: “Ah, ah, así voy a morir antes de terminar mi nido. Esto está muy difícil.” Al llegar al río, tomó agua, vio un palo frondoso cerca, voló hacia él y lo picoteó, toc, toc, toc… Dijo: “Ah, este está blandito. ¿No será que mi papa nos dijo del árbol duro y lejos del río para castigarnos por las veces que le desobedecimos? Ah, yo voy a hacer mi nido aquí, él no está para decirme nada.” Como el palo era blando, y el agua quedaba cerca, rápidamente Sabio hizo su nido.

6. Acomodado en su nido, vio a Eusebio que llegaba al río a tomar agua. Grito: “Eusebio, Eusebio, mira, ya hice mi nido.” Eusebio mirando hacia arriba, dijo: “Sabio, ¿qué haces ahí? ¿Olvidaste las lecciones de vida que nos dieron nuestros padres? De esta manera los estas deshonrando, y estás buscando tu propia destrucción.” Sabio, respondió: “No, Eusebio, nuestros papás tal vez nos dieron el consejo de buscar un palo duro y lejos del río para hacer el nido, para castigarnos por las veces que les desobedecimos. Mira yo ya terminé mi nido y tengo el agua cerca. Haz lo mismo, no te mates acabando tu pico y volando de tan lejos para venir a tomar agua. Vas a terminar muerto de tanto esfuerzo.” Eusebio vio que su hermano, por nada estaba dispuesto a mudar su idea, dijo: “Me entristece que de esta forma actúes, pero yo si seguiré el consejo de mis padres aunque me gaste el pico y muera de cansancio.” Sabio, dijo: “bah, después no digas que no te avisé.” Y se acomodó para dormir. Eusebio continuo con su trabajo, y cada que tenía que ir al río a tomar agua, Sabio se burlaba de él, le decía: “Y al paso que vas solo vas a aquedar buche y plumas, ja,ja,ja,ja,” Eusebio, aunque muy triste de ver como su hermano había cambiado para el mal, solo miraba a Sabio y seguía su labor.

7. Finalmente Eusebio terminó, y cómodamente y seguro descansó en su nido. El verano llegó, el río comenzó a mermar, y las tormentas repentinas aparecieron. Una noche vino una tormenta, los rayos caían, “pizzz, pizzz”. El palo donde estaba Eusebio apenas si se movía, y solo se escuchaba un corto sonido: “Iggg, Agg” Pero el árbol donde estaba Sabio se movía intensamente y el ruido que hacía daba la impresión de quererse quebrar. Fichchchchchchchch, arreciaba el viento. “igggggg, agggg” hacia el árbol. Sabio tuvo mucho miedo, dijo para sí: “¿Será que mis padres tendrían razón?” La tormenta fue fuerte, pero el palo permaneció en pie. Al otro día, se dijo para sí: “Sabio, en verdad fuiste sabio al decidir hacer tu nido en este árbol. Mis padres no tenían razón. Y mi pobre tonto hermano matándose haciendo su nido.” Saliendo del nido, encontró unas frutas cerca, bajo al río, tomo agua, y subiendo al nido, dijo: “Por inteligente, merezco una buena siesta, mmmmm, zzzzzz” y durmió. Pero esa misma noche vino una tormenta mayor. Se escuchaban palos cayendo por todo lado. El palo del nido de Eusebio, como siempre apenas se movía, pero el palo donde estaba el nido de Sabio se movía para todos lados y la tormenta no paraba, arreciaba con mayor intensidad. Sabio asustado, escuchó que otras ramas del árbol quebraron, “Cracc, cracc” Sentía cómo el árbol era movido con una fuerza impresionante hacia lado y lado, y luego sintió que la rama en donde estaba su nido crujía, se estaba quebrando, “craccc” y que el palo se estaba cayendo, escucho que barrancos estaban cayendo al agua. En ese momento le pasó por la cabeza como una película de todo cuanto sus padres le advirtieron: “No construyas tu nido en un palo blando ni a la orilla del rio.” El momento era de terror, y dijo: “¡Cómo aborrecí el consejo, y mi corazón menospreció la reprensión, no oí la voz de mis padres que me instruían, no incliné mis oídos a sus enseñanzas, hice lo malo y ahora ya no hay nada que hacer.” El árbol se desbarrancó y cayó en el río, y poco a poco se fue hundiendo.

8. Eusebio, seguro en su nido, no pensaba en sí, pensaba en su hermano, pero la tormenta le impedía ir en su ayuda. Dijo: “Oh hermano mío, amigo de mi infancia, porque no hiciste caso a mis padres, ni tampoco me escuchaste.” Muy de madrugada fue al río, y vio el árbol sumergido en el agua. Lloró, “ay, ay, hermano porque no escuchaste a mis padres, qué tristeza, ay”. Pero observando detenidamente vio una ramita del árbol que flotaba y algo que se medio movía, vio hacia la rama y era su hermano completamente mojado y tiritando del frio. Como pudo con su fuerte pico lo sacó a tierra y se echó sobre el para calentarlo. Cuando Sabio reaccionó, dijo: “Mis padres y tú tenían razón, los he deshonrado, no merezco el nombre que me dieron, tú eres el sabio, porque el que escucha los consejos correctos de los padres y los coloca en práctica ese es que es sabio. Mas ya que Dios me permitió seguir viviendo, aunque no lo merezco, desde hoy quiero honrar a mis padres, aunque no estén presentes.” Muy feliz, Eusebio llevó a su hermano a su nido. Después, cuando ya estaba bien recuperado, Sabio, con toda diligencia y sin reclamar, hizo su nido como sus padres le enseñaron, en un palo duro y lejos del rio.

El hijo sabio recibe el consejo del padre; mas el burlador no escucha las reprensiones” Pr. 13:1

 

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