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El culto de la iglesia

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1. La dirección del culto está bajo el consejo de los pastores (ancianos). Sólo varones bautizados deben ayudar en la misma.

2. Las damas no deben actuar en el culto, sino sólo como parte de la congregación, o como parte de la música especial. Por lo regular, no pedimos que en los cultos oren, sean ujier, o recojan la ofrenda. Sin embargo, en los cultos menos formales, como en el de la oración, o el domingo por la tarde, permitimos que oren, que hagan comentarios y peticiones y que hagan y contesten preguntas.

3. Buscamos que la música en el culto sea principalmente el canto de toda la congregación. A veces puede haber coro u otra música especial. En todo caso, la música debe estar de acuerdo con la majestad de Dios a quien rendimos culto. La música es un don de Dios, pero en el culto, debemos adorar a Dios en espíritu, lo cual quiere decir que el culto nace en el corazón por causa de la obra del Espíritu, no por razón de la música misma. La música expresa, pero no es la razón de nuestras alabanzas a Dios. Buscamos evitar tipos de música que distraigan de la verdad que cantamos o que expresen sensualidad y ambientes mundanos.

4. Hacemos uso de los instrumentos musicales en el culto, pero observando el punto anterior, e insistiendo que sean principalmente para apoyar y hacer resaltar el canto de la congregación. También suenan los instrumentos durante el preludio al servicio, la recolección de la ofrenda y la repartición de los elementos de la Santa Cena.

5. Desanimamos el uso de las palmas para acompañar los cánticos, las manos levantadas durante la oración y el canto, los aplausos, y el uso frecuente de “Aleluya” y “Amén”, etc. Creemos que por lo regular, estas prácticas, no siendo esenciales, sobran, distraen y causan confusión, especialmente para las personas que visitan. A lo largo llegan a ser una rutina que fácilmente toma el lugar de adoración en espíritu y en verdad.

6. La oración en el culto debe ser por voz de una sola persona a la vez. Las demás personas no deben orar en voz alta, sino mentalmente y en silencio. Ampliando el punto anterior, a veces algunos pueden decir en voz alta “Amén” u otra palabra semejante, pero hay que tener siempre presente que el culto es de la comunidad, y por lo tanto, no es para expresiones individuales de los adoradores.

7. La predicación y la enseñanza deben tener prioridad en el culto. Esto no excluye los otros elementos como el canto, la oración, la lectura y las ofrendas. Entendemos que adoramos también cuando con reverencia, entendimiento y humildad, prestamos atención cuidadosa a la lectura y explicación y la predicación de la palabra de Dios, juntamente con las exhortaciones que resultan de la misma.

8. Recibimos las ofrendas durante el culto como expresión de adoración a Dios de quien recibimos todo.

9. El bautismo es sólo para creyentes, creyentes que muestran por sus vidas que Dios les ha hecho “nacer de nuevo”, creyentes que conscientemente buscan agradar a Dios según su ley. Por esto desanimamos el bautismo de los preadolescentes, pero pueden haber casos en que algunos de éstos, quizás formados en hogares cristianos, o quizás con excepcional discernimiento, dan evidencia de ser regenerados y creyentes. Bautizamos en nombre de las tres personas de la Trinidad. Bautizamos únicamente por inmersión (Todo el cuerpo sumergido en el agua). Sin embargo, reconocemos como auténticos cristianos las personas de buen testimonio que son de otras iglesias evangélicas (como la presbiteriana) que han sido bautizadas por aspersión, es decir, rociadas.

10. Celebramos la Santa Cena como parte del culto público mismo, como testimonio para todos los asistentes de la gracia de Dios en Cristo. Los ancianos (pastores), por lo regular deben repartir los elementos de la cena, pues estos son los más calificados para saber quiénes deben recibir la cena. Sólo los bautizados como creyentes en el evangelio, y que están en buena comunión con los hermanos, deben recibir la cena. Esto incluye creyentes de otras iglesias que estén de visita. Pueden recibir la cena personas de otras iglesias que, por razones justificables, miran la posibilidad de unirse con la nuestra, pero si después de un tiempo prudente en cual procuran conocernos, rechazan hacerse miembros, luego deben dejar de recibir la cena. Ninguna persona no bautizada como creyente en el evangelio debe recibir la cena, ni tampoco ninguna persona que esté bajo la disciplina de la iglesia. Si existen problemas que impidan que un creyente reciba la cena, éste debe buscar arreglarlos antes de la fecha de la cena (normalmente el primer domingo de cada mes). Si ha hecho todo lo posible para arreglar el problema, pero, no por culpa suya, el problema persiste, luego debe recibir la cena. Es un requisito que los creyentes, para crecer en gracia, tomen parte en esta ordenanza, y no debe ser omitido livianamente. La cena no es para los perfectos, pues ningún creyente lo es, sino para los pecadores arrepentidos, y creyentes en Cristo.
La cena se da a todos los calificados en los dos elementos, el vino (o el jugo de la uva no fermentado) y el pan (no necesariamente sin levadura). Al recibir los elementos, el creyente recibe espiritualmente a Cristo. La cena no es solamente un rito en memoria de Cristo y su obra, sino también un rito por el cual el creyente recibe la gracia espiritual que los elementos simbolizan. En la cena Cristo no se hace presente físicamente sino espiritualmente.

11. A veces, en cultos especiales y ocasiones especiales, los miembros que no son pastores (ancianos) pueden dar testimonio público de su fe y gratitud a Dios. Claro, todo testimonio debe ser prudente, para honrar a Cristo, y para edificar a los oyentes. No deben ser para gloriarse la persona en sí misma. Los ancianos tienen el derecho y el deber de negarle el uso de la palabra a personas no dignas o no conocidas.

12. Igualmente, varones miembros de la iglesia con dones y conocimientos para enseñar, que no son pastores (ancianos), pueden ejercer este don en las reuniones generales de la iglesia, aunque bajo la supervisión de éstos.


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Información de contacto:
Sede Norte:
carrera 67 # 175-60, Bogotá D.C.,
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Sede Alborada:
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Horario de los servicios principales:
Escuela dominical Domingo 10:00 a.m. - 10:45 a.m.
Culto principal Domingo 11:00 a.m. - 12:10 p.m.
Estudio Bíblico Domingo 4:00 p.m. - 5:00 p.m.
Reunión de oración (Norte) Miércoles 7:00 p.m. - 8:00 p.m
Reunión de oración (Alborada) Jueves 7:00 p.m. - 8:00 p.m.

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