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Una lectura para Semana Santa

Feliz Navidad 2016 ¡Qué bueno que cada año tengamos la Semana Santa que nos anima a pensar en la obra de Jesucristo a nuestro favor! ¡Que la aprovechemos al máximo! Elbert Barnes/Flickr

 

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Una lectura para Semana Santa
Una invitación a leer el evangelio de San Juan

 

¡Qué bueno que cada año tengamos la Semana Santa que nos anima a pensar en la obra de Jesucristo a nuestro favor! ¡Que la aprovechemos al máximo! Para ayudar, hágase el favor de leer el Evangelio según San Juan. Juan, como los otros tres evangelistas, San Mateo, San Marcos, y San Lucas, relata la biografía de Jesucristo desde su nacimiento de la virgen María hasta su muerte en la cruz y su resurrección de entre los muertos. Con la venida del Hijo de Dios al mundo, se completó la promesa de Dios, hecha mucho tiempo atrás, de enviar al Salvador.

Dios nos ha dado mucho más que la obra de Juan, el apóstol. Hay un libro de más de 1000 páginas que nos enseña a vivir y a vivir bien. Es la Sagrada Biblia. No es cuestión de a cuál iglesia pertenece uno. Este es el libro de Dios para todo ser humano. Es para usted, también.

Tristemente, muy pocos la conocen en la medida que deben. Por eso, muchos, pero muchos no entienden todo lo que Dios quiere decirles para su bien. Se equivocan repetidamente en casi todo. Viven de manera muy irregular. No se dan cuenta de cómo son ellos en verdad, ni porqué existen, ni cuál es el camino de la verdad.

Muchos que dicen seguir la Biblia no saben cuál es su mensaje como un todo. Toman unas partes como si fueran el todo. Prestan atención a unas cosas, pero ignoran otras. No caen en cuenta que la Biblia presenta un sistema de enseñanza, y que en este sistema, cada elemento hace su aporte a un mismo fin. Por lo general la gente no sabe cuál es este fin. Por eso miran los elementos de la Biblia como separados los unos de los otros, como si cada uno fuera igualmente importante y sin relación con los otros. Así es que no ven la unidad del mensaje bíblico; no saben cuál es ese mensaje.

No, la Biblia no enseña en primer lugar cómo ser buena gente. Ni tampoco en primer lugar cómo sentirse bien, o cómo amar al prójimo, o cómo vivir en paz los unos con los otros, o cómo tener salud y bienestar físico, psicológico, económico, y político. La Semana Santa es un buen tiempo para averiguar si usted sabe cuál es el fin principal de la Sagrada Biblia. ¿Qué dice Dios para llevarnos a vivir con éxito? El Evangelio según San Juan es un buen aparte de la Biblia para responder la pregunta, aunque toda la Biblia va con este mismo propósito.

Quizás usted nunca ha leído en su totalidad alguno de los cuatro evangelios (Mateo, Marcos, Lucas, Juan). O, si lo ha hecho, quizás no lo haya leído con cuidado para entender bien de qué se trataba como un todo. Bueno, sí, sin duda vio que se trata de la vida de Jesucristo cuando vino al mundo. Pero, el escrito no habla de toda su vida. En el primer capítulo de Juan, por ejemplo, Juan el apóstol escribe que Jesús “en el principio” fue el Creador de todas las cosas, y también que “el Verbo [Jesucristo] se hizo carne”, lo de la Navidad, pues. De esta mención de la Navidad, luego el autor salta unos treinta años hasta el comienzo del ministerio público de Jesús.

Lo demás que Juan relata tiene que ver con los tres años finales de Jesús en la tierra. De los veintisiete años anteriores no da casi ningún detalle. Además, una tercera parte de todo su escrito relata sólo de la semana final de Jesús en la tierra, es decir, de la Semana Santa. ¿Por qué Juan no da más detalles sobre las otras épocas de la vida de Jesús? ¿Por qué da tan pocos detalles de su vida diaria social y logística de antes? La respuesta es que Jesucristo vino principalmente para morir con el fin de “quitar el pecado del mundo”. No vino principalmente para obrar milagros o para enseñar cómo ser buena gente. No vino en primer lugar para mejorar la situación educativa, política, o de salud. Claro, vino para influir en todas estas áreas de la vida, pero, como dice en el primer capítulo del Evangelio de Juan, Jesucristo, el Verbo de Dios, vino para dar a conocer al Padre (Juan 1:18). O, más tarde, Juan Bautista, anunciando el comienzo del ministerio de Jesús, le señaló con estas palabras: “He aquí, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).

El apóstol Juan mismo declara porqué escribió este evangelio. Por favor, busque en su Biblia el capítulo 20 y el versículo 31, Juan 20:31. “Estas cosas están escritas”, declara Juan, “para que crean que Jesús es el Cristo (el Mesías), y para que creyendo, tengan vida en su nombre”.
Por esto, le invitamos a leer el Evangelio según San Juan, ahora, en estos días, otra vez si lo ha hecho ya. Hágalo para comprender:

1. quién es Jesús de Nazaret, y
2. porqué “se hizo carne y habitó entre nosotros”. ¿A qué vino? Importantísimo comprender esto, pues Jesucristo mismo declaró lo siguiente. “Yo soy el camino y la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”.

Según Juan, hay que ser creyente en Jesucristo para tener perdón de los pecados y vida eterna. Casi 100 veces en el escrito de Juan (cuéntelas) encontramos el verbo “creer” y sus varias acepciones. Todo lo que escribe es con el fin de llevarnos a creer, a creer en este personaje.

Juan relata sólo siete de los muchos milagros que Jesús obró (búsquelos), pero cada uno de los relatados muestra un cierto aspecto del poder y de la gloria de Jesús. Al leer usted este evangelio, tome nota de estos siete. Estos culminan en la resurrección de Lázaro de entre los muertos.

Comentando el contenido de este escrito del apóstol Juan, encontramos lo siguiente:

1. En el capítulo 1, los primeros 18 versículos, tenemos la introducción a este escrito.
2. Desde el capítulo 1, el versículo 19 hasta el final del capítulo 12, tenemos un relato de Jesucristo en el mundo. Fíjese en sus obras y sus enseñanzas. ¿Qué es lo básico que muestran estas obras y enseñanzas en cuando a quién era (y es) Jesucristo?
3. Desde el primer versículo del capítulo 13 hasta el final del relato, vemos el regreso de Jesucristo al Padre, quien lo había enviado. ¿Cómo sucedió, y por qué sucedió?

Tenga presente que este evangelio es para invitar al lector a creer en Jesucristo. Jesucristo enseña y muestra qué es esto de creer en Él, cómo llega uno a creer, y qué resulta de creer en Él.

Lea, pues, todo “El Evangelio según Juan”, tomando en cuenta la guía anterior que ofrecemos. Y, ¿por qué no?, hágase el favor de leerlo una segunda vez. Al leerlo, no demore para entender todo detalle. Léalo algo rápido para coger el sentido del escrito como un todo. Pero, leyéndolo, tenga muy presente que este aparte de la Biblia es, como lo es toda la Biblia, la Palabra de Dios.

El autor de este evangelio, si bien fue el apóstol Juan, fue a la vez en realidad Dios mismo. Dios le guió de una manera tal que su escrito resultó ser la voz de Dios. Y, como tal, Dios mismo por Su Espíritu es el que habla. No sólo habla, sino también opera en el corazón y la mente del creyente para que creyendo este, entienda y tenga paz con Dios, el perdón de pecados, y una nueva vida.
Por lo anterior, lea nuevamente este cuarto evangelio, rogando que Dios haga la obra de llevarle a creer. Lea esta vez con más detenimiento. Crea, pues, en Jesucristo recomendado como lo recomienda este Evangelio. La fe viene mediante el escuchar la voz de Dios en Su Palabra.

Tome nota en una nueva lectura de todo cuanto dice Juan, no sólo sobre Jesucristo, sino también sobre Dios en todo Su ser. Es este Dios que salva; Jesucristo no es ni más ni menos que Dios mismo, Dios el Hijo. Fíjese en todo lo que este Evangelio dice para mostrar sin lugar a duda que Jesucristo es Dios y a la vez Salvador. Sería muy provechoso que anotara en forma escrita estos datos. Anotarlos es una ayuda para impactar la mente y el corazón con estas realidades.

Por supuesto el lector va a encontrar cosas que no entiende. No es cuestión de entender todo para creer. Es someterse a la explicación que Dios mismo da en cuanto a la vida y el mundo. La lógica humana no alcanza a descifrar todos los misterios del Dios infinito, y por eso, uno debe recibir las explicaciones que Dios mismo da. Con más reflexión sobre el texto, uno va a comprender más, pero nunca, siendo finito, uno va a comprender totalmente lo infinito.

Estos renglones van para suplicarle que conozca directamente y por cuenta propia la Sagrada Biblia. ¿Para qué llamarse cristiano o “espiritual” si no conoce lo que Cristo mismo enseña? Jesús dijo: “Ustedes escudriñan las escrituras porque... ellas son las que dan testimonio de mí”. (Juan 5:29). Además, recordemos que Él es Creador de todo, y que “de Él, y por Él, y para Él son todas las cosas; a Él sea la gloria por los siglos de los siglos”.

Decimos otra vez: Dios salva; sólo Dios salva. Nos encontramos perdidos por razón de nuestra rebeldía o por nuestra indiferencia ante Dios. No nos salvan nuestras buenas obras. Por supuesto, Dios nos lleva a hacer buenas obras, a andar en la ley de Dios, pero, repito, no son las obras las que logran el perdón de pecados. Es por la obra de Jesucristo muriendo en pago de nuestro pecado. El cambio, el poder, y la voluntad para obrar bien vienen mediante la confianza en Jesucristo y su obra en la cruz, y mediante el Espíritu Santo. Jesucristo por su muerte en la cruz pagó la sanción que nuestro pecado merecía, y al creer en Él, su justicia y Su sacrificio en la cruz son para salvación a todo aquel que crea.

Si no ha entendido aún la enormidad de su pecado ante Dios, y si no ha recibido aún por la fe la salvación de Cristo, crea en Él ahora mismo. Para animarse a creer, vuelva a leer otra vez el evangelio según Juan. O, si prefiere, puede seguir adelante en su lectura de la Biblia para ser confirmado y convencido de que el único camino de bien es Jesucristo. Lea, por ejemplo, el libro que viene después del Evangelio según Juan, es decir, los Hechos de los Apóstoles, y luego, después, lea la carta de San Pablo a los Romanos. En fin toda la Biblia va para comunicar el mismo mensaje que presenta el Evangelio según Juan.

Lea, pues, viéndose como es, culpable ante Dios, corrupto en su ser, e incapaz de salvarse a sí mismo. Uno para salvarse ante Dios, depende de Dios mismo, Padre, Hijo, y Espíritu Santo. Jesucristo dio su vida “por las ovejas”. El Padre atrae poderosamente a creer en Cristo (Juan 6:44). El Espíritu Santo hace que uno nazca de nuevo (Juan 3:5) para poder creer. Juan el apóstol presenta al ser humano como ciego, paralítico, y muerto espiritualmente. Jesucristo dice “YO soy” el Salvador. No son nuestras buenas obras, no es la iglesia, no son los padres de uno, no es nada más y nada menos que Jesucristo el que salva. Él vuelve al ser humano a lo normal, rescatándolo del daño que causó su pecado.


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