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NUESTRO VERSÍCULO LEMA: Efesios 2:8

Parábola del sembrador

La parábola del sembrador

Los predicadores, con todo su corazón, desean que todos los que escuchan la Palabra sean llamados por el Señor, ven como la respuesta de los oyentes no es la misma en cada uno. Algunos muestran un rostro burlesco de incredulidad, otros se enojan, otros escuchan un buen tiempo y de repente desaparecen, y unos pocos se quedan. (Foto: Lawrence OP/Flickr)

¿Por qué acontece esto? Dios nos dejó la parábola del sembrador para que entendamos por qué acontece esto. Esta Parábola contempla cuatro tipos de personas, y todos los seres humanos estamos clasificados en uno de estos grupos. Tres de ellas se pierden y solo una gozará de la vida eterna. (Mateo 13:1-23; Marcos 4:1-20; Lucas 8:4-15)

 

Clases de personas que la parábola contempla

1. Terreno del camino o junto al camino. Son los que escuchan la palabra de Dios y no la entienden; no es que carezcan de capacidad intelectual, muchos por el contrario son más estudiados que cualquiera. Un ejemplo de este grupo son:

a. Los que buscan sabiduría en este mundo. En este grupo encontramos a aquellos que se consideran inteligentes, intelectuales, pero que ven las cosas de Dios ridículas. Estos, como no pueden meter a Dios en un tubo de ensayo, terminan rechazándolo y dejando de lado la Palabra de Dios. Los griegos de Atenas, reconocidos históricamente por su hambre intelectual, escucharon atentamente a Pablo, hasta cuando él les habló de la resurrección. Como esto era irracional para ellos, por cuanto no se acomodaba a su intelecto decidieron no escucharle más, eso era una locura para ellos. Hechos 17:32. 1 Corintios 1:18-23

b. Los que escuchan solo para observar en que se equivoca el predicador para tener de que acusarlo. Su propósito no es aprender, es buscar la caída del que anuncia el evangelio. Como ejemplo tenemos los religiosos de la época de Cristo: eran personas muy bien preparadas, que escuchaban a Jesús pero no comprendían su mensaje, porque su intención de estar a su lado, era encontrar un motivo para tener de que acusarle y condenarlo a muerte. Juan 8:39-44.

c. Los tercos. Estos por su orgullo no están en el plan de escuchar para aprender sino para polemizar; solo quieren imponer sus ideas. 1 Timoteo 6:3-5

d. Los que buscan a Jesús solo por cosas terrenales. Los judíos que comieron los peces y los panes multiplicados por Jesús, luego de ese milagro lo querían coronar como rey, y después lo buscaron incansablemente. Cuando se encontraron con Jesús, el Mesías les dijo que su búsqueda se debía a que Él les había llenado el estómago de los asistentes y no porque hubieran entendido el mensaje. Luego que Él les explicó sobre el significado, la mayoría lo abandonaron, porque su propósito era solo buscar lo temporal y no lo eterno. Esto no les dejó entender el verdadero significado del evangelio. Juan 6:26-29

e. Los que creen que por el hecho de asistir a un templo o practicar determinados ritos logran la transformación. Algunos creen que entrar a un templo o participar de algún rito como el bautismo o la cena del Señor, algo mágico ocurre y que entonces por ello son transformados.
Resultado. El enemigo entra y la poca palabra, que de manera superficial se encuentra en su corazón, es robada y la persona queda igual o peor que antes de escuchar la Palabra.

2. Terreno con piedras. Son aquellos que escuchan con gozo, pero cuando viene la prueba fracasan. Desean ir al cielo sin pasar por pruebas. El Señor advirtió que el camino para ir al cielo es angosto y difícil y pocos lo hallan (Mateo 7:13-4) El apóstol Pablo dijo que para entrar en el cielo es necesario pasar por muchas tribulaciones (Hechos s14:22) Observemos algunas de las pruebas por las que un verdadero cristiano pasa y vence.

a. Aborrecimiento del mundo. Si el mundo odió a Cristo, con los que se identifican como cristianos no será nada diferente. Juan 16:1-2

b. Aborrecimiento de los familiares que no conocen a Dios. Llegar a la casa con la excelente noticia de que ahora es cristiano, no llena a la familia incrédula de júbilo sino de odio. Mateo 10:21-22

c. Pérdida de amistades. Ellos se extrañan del nuevo comportamiento del que un día fue un empedernido pecador. Por ello lo abandonan, y lo persiguen. 1 Pedro 4:3-4

d. Pérdida de salud, o de empleo, o de cosas, o de seres queridos. La enseñanza de ¡pare de sufrir! No se aplica para el que es conducido a aceptar el verdadero evangelio. Dios prueba a las personas como se prueba el oro y solo aquellos que soportan la prueba son los que muestran que tienen la verdadera fe. 1 Pedro 1:7
Resultado. Los que desechan a Jesús porque no soportan las pruebas, siempre van a tener la excusa de que no fueron tratados bien cuando procuraron acercarse a Dios; directa o indirectamente le echan la culpa a Dios de su desvío. Su final es la perdición eterna. Proverbios 19:3

3. Terreno con espinos. Escuchan, posiblemente con gusto, pero las cosas del mundo ahogan la palabra.

a. El afán de este siglo. El miedo a quedarse sin comida, sin vestido y sin las cosas elementales para esta tierra les hace abandonar la fidelidad a Dios. No creen que Dios puede prepararles una mesa en el desierto o que Él se preocupa por nosotros. Esta falta de confianza no solo no deja dar fruto, es una ofensa muy grande a la fidelidad de Dios. Mateo 6:25-33

b. El engaño de las riquezas. El deseo de ser rico hace que el dinero se convierta para la persona en un dios; esto, o no lo deja tener tiempo para las cosas de Dios, o le abre las puertas para aceptar cualquier forma de alcanzar riquezas (soborno, robo, elementos ilícitos, contrabando, etc.) Mateo 6:24; Lucas 14:18-20

c. Las codicias de otras cosas. El deseo de la fama, el poder, la famosa gloria de los hombres. En este punto podemos vincular el deseo de ser una persona con títulos para tener de que gloriarme y considerarme superior a los demás, también el deseo de llegar al éxito en el deporte, en la farándula, para ser reconocido por los demás, el deseo de ser "un gran cristiano" para ser recibido con calle de honor por los demás cristianos, etc. Juan 6:44

d. Los placeres de la vida. La inmoralidad sexual, las bebidas, las fiestas, la ociosidad, las diversiones algunas pecaminosas en sí mismas, se convierten en el instrumento que gobierna a la persona para no dar a Dios realmente el primer lugar. Efesios 4:29; 5:3,18
Resultado. Una vida de apariencia placentera, pero completamente estéril en frutos de santidad. Su final estaría encaminada a llegar a a la perdición eterna.

4. La buena tierra. Es una persona como un terreno libre de caminos, de piedras y de espinos, en el que al entrar la palabra de Dios en su corazón no encuentra obstáculos para nacer crecer y dar fruto. En este grupo encontramos:

a. Los que tienen corazón bueno y recto. Son los que han pasado obligatoriamente por el nuevo nacimiento, porque sin ello el corazón de la persona es de piedra, perverso y engañoso más que todas las cosas. Han sido dotados con fe para confiar en Jesús, ya que sin Él ningún fruto se puede dar. Jermías 17:9; Ezequiel 36:15-17; Juan 15:1-5

b. Oyen la Palabra. Hacemos referencia a aquellos que oyen la palabra con los oídos espirituales que han sido habilitados.

c. Reciben la palabra. No la expulsan, no la rechazan, sino que la guardan y la aplican.

d. Entienden la palabra de Dios. El mensaje de la cruz ya no es una locura como no lo es ninguna parte de las Escrituras. Su entendimiento que estaba en tinieblas ahora está en la luz, y tiene la capacidad de discernir. 1 Corintios 2:13-16

e. Retienen la Palabra de Dios. No solo la reciben sino que esta queda guardada y conciente definitivamente. No es algo temporal.

Resultados. Una vida, aunque con muchas dificultades por las luchas contra su propia carne, el mundo y satanás, que lleva fruto a Dios, porque Dios trabaja y trabajará en él hasta el final. Colosenses 1:10; Filipenses 1:6; 2:13

Conclusión
"El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama." Mateo 12:30


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